Veamos la relación de Jesús con sus discípulos a la luz del Apóstol San Pedro. Gracias sobre todo a él, hemos podido saber que la fuerza de todos los Discípulos de Jesús fue fruto de las Gracias de su resurrección y no de un fanatismo sectario.
Nos servimos del Salmo 91 que contiene una bellísima profecía-promesa
acerca de la Fuerza que tuvo Jesús para vencer al mundo. (Jn 16,33 ). En este
Salmo, encontramos la clave de la victoria de Jesús y también la nuestra sobre
el mal que nos rodea. Como profetiza el Salmista en ese Salmo, Jesús no
devolvió mal por mal, no por cobardía, sino porque dejó que fuese su Padre
quien le hiciese justicia.
Leamos parte de este Salmo: "Verás la paga de los malvados, porque
hiciste del Señor tu defensa" (Sl 91,9). He ahí la razón inapelable de
nuestra victoria. Ante el odio del mundo (Jn 15,18...) le encomendamos a Dios
nuestra causa.
El profeta Jeremías da fe de esta ayuda divina y nos lo hace saber: "Él
Señor está conmigo, como fuerte guerrero...a ti mi Dios, he encomendado mi
causa" (Jr 20,11-12).
P. Antonio Pavía
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