viernes, 15 de agosto de 2025

Partiendo la Palabra Domingo (XX) T.O. (Lc 12,49-53)

 


El Fuego del Señor Jesús, en mí.

 

"He venido a traer Fuego al mundo y como deseo que esté ya ardiendo". Nos estremece la angustia de Jesús y nos asombra ver cómo sobreponiéndose a ella entra en el Misterio de la Cruz; allí, en el Calvario, Lugar Santo en el que el Mal fue vencido. Lugar Santo, Morada del Fuego de Amor Eterno, donde Dios imprime el sello de calidad de nuestra creación, como hijos suyos acerca de este "Fuego Creador" es muy significativa la experiencia de los dos de Emaús. Escépticos y desilusionados de Jesús, abandonan la comunidad y van hacia Emaús.

 Jesús se hace el encontradizo con ellos y deshace sus incredulidades partiéndoles la Palabra. Y esta, se hizo Fuego Divino en sus entrañas.

Oigamos su confesión de fe al irse Jesús : ¿No ardía nuestro corazón cuando nos iba interpretando las Escrituras? Para eso murió Jesús para que su Fuego, el de sus Palabras, se hiciesen entrañas de nuestras entrañas.

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 13 de agosto de 2025

Partiendo la Palabra El Evangelio y sus frutos (XII)

 


 Ya vimos que Dios Padre glorificó su Nombre, en el Calvario al brillar los primeros destellos de la Victoria de Jesús sobre la muerte. Victoria que ya anunció antes de su Pasión al decir:

"Cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mi " (Jn 12,32).

 Así fue; levantado en lo alto de toda ignominia, Jesús nos hizo entrever su Gloria Eterna al perdonarnos a todos. El Amor divino de Jesús por toda la Humanidad, se lo confió como el Gran Tesoro, a María Magdalena al   darla este encargo glorioso en su resurrección: "Vete donde mis hermanos y diles: Subo a mí Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios" ( Jn 20,17).

 Veamos como canta San Pablo la victoria de Jesús sobre la muerte: “Jesús, siendo de condición divina...se humilló a si mismo obedeciendo hasta la muerte y muerte de Cruz...por eso Dios le exaltó y le dio el Nombre sobre todo Nombre...para que toda lengua confiese que Jesús es SEÑOR... (Fil 2,7-11).

 Nombre que "heredamos" sus Discípulos como Corona de Victoria en nuestra frente (Ap 22,4).

 

P. Antonio Pavía 

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lunes, 11 de agosto de 2025

Partiendo la Palabra EL EVANGELIO Y SUS FRUTOS (XI)

 


Insistimos en la proclamación de la Gloria del Nombre de Dios, proclamada por Él mismo: ¡Lo he glorificado y lo volveré a glorificar!

  La humanidad entera, representada por Israel y el Imperio Romano, despreció y pisoteó el Glorioso Nombre de Dios al crucificar a Jesús, su Hijo. Todo asesino a lo largo de la Historia tuvo una muerte más digna que la de Jesús. Satanás y sus colaboradores, ebrios de la gloria de este mundo, cantaban su victoria sobre Dios en el Calvario, cuando de pronto, Jesús, irguiéndose como pudo sobre la Cruz, proclamó su inminente glorificación victoriosa: ¡Padre, en tus manos, encomiendo mi espíritu!

 Grito victorioso que, sometiendo el mal y la muerte, hizo enmudecer a todos los agentes de la Mentira y del Mal allí congregados. 

 Nos permitimos recoger los últimos susurros de Jesús al Padre en su agonía: ¡Padre, hemos vencido, hemos abierto un Camino de Salvación para todo hombre! Desde entonces, todos podemos testificar lo que años después proclamó el Apóstol Pablo: ¡Donde abundó el pecado sobreabundó la Misericordia!  (Rm 5,20b). Bien podía Pablo ensalzar la Misericordia de Dios, él que había condenado con su voto, a tantos Discípulos de Jesús, de los primeros tiempos. (Hch 26,9-11).

 

P. Antonio Pavía

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sábado, 9 de agosto de 2025

Partiendo la Palabra Dom XIX T. O. (Lc 12,32-48)

 


No temas, pequeño rebaño...

 Imaginémonos a los discípulos de Jesús. Están desalentados. Son pocos y ven apenados el rechazo que tiene su Maestro, allí por donde pasa. Más de una vez se dirían: ¿Dónde nos hemos metido? Jesús lo sabía. Le dolía el desaliento de estos hombres a quienes había llamado uno a uno. Ante sus dudas les dijo: ¡No temáis pequeño rebaño...! ...Si, no temáis…mis discípulos serán siempre, a lo largo de los siglos, un pequeño rebaño. Siempre serán pocos los que confíen en mi lo suficiente como para dejarme que escriba mi Evangelio en sus corazones. Por eso, seréis siempre "mi" pequeño rebaño en una sociedad orgullosa de su autosuficiencia, tan orgullosa que intentará cubrir con sus vanidades, el océano depresivo en el que asienta sus planes y sus pies, como la estatua de Nabucodonosor (Dn 2,31-34).

 No temáis pequeño rebaño, siempre seréis insignificantes a los ojos de los demás, pero sois "mi Luz" en medio de los hombres, a quienes amaréis como yo los amo. "Os envío como ovejas en medio de lobos" (Lc 10,3) pero no temáis pequeño rebaño: Yo he vencido al mundo y vosotros también (Jn 16,33).

 No temáis, mi pequeño rebaño...no temáis mis queridos discípulos ...no temáis. Después de estas palabras de Jesús a sus ovejas... ¿Alguien puede imaginar una Ternura mayor que la suya?. No perdáis el tiempo...no hay mayor Ternura que la que Jesús prodiga a sus Discípulos.

 Buscar a Dios es también buscar su Ternura... “No temáis...pequeño rebaño"

 

P. Antonio Pavía 

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miércoles, 6 de agosto de 2025

El Evangelio y sus frutos (X) (Jn 12,20-32)

 


  ¡Glorifica tu Nombre! dijo Jesús al Padre, apartando así la angustia que sentía ante la proximidad de su Pasión. Este grito nos lleva a las múltiples desviaciones de Israel en su relación con Dios. Fue tal su idolatría que Dios les dejó a merced de su insensatez para que supiesen que sin Él no podrían levantar cabeza.

El autor del Salmo 79, inspirado por Dios, expresa la decadencia de Israel, pero también, su Misericordia y Compasión con estos hombres, que sin su Sabiduría ni siquiera pueden distinguir la mano derecha de la izquierda. Conscientes de ello, suplican la ayuda a Dios a quien habían dejado de lado:

 "Ayúdanos, Dios de nuestra salvación, por amor de la gloria de tu Nombre, líbranos, borra nuestros pecados, por él honor de tu Nombre.

¿Por qué han de decir las naciones donde está su Dios...?  (Sl 79, 9-10).

 Ahora entendemos las palabras de Jesús:

¡Glorifica tu Nombre! La respuesta del Padre a Jesús, es meridianamente clara: "Lo he glorificado y lo volveré a glorificar".

 

P. Antonio Pavía 

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viernes, 1 de agosto de 2025

Partiendo la Palabra. Dom. XVIII T.O. (Lc 12,13-21)

 


El necio desprecia su alma

 

Lo más absurdo de un necio, es el daño que hace a su alma. Necio llama Jesús al protagonista de este Evangelio. Este pobre hombre, pobre por escaso de trascendencia, era dueño de unos campos que ese año dieron mucho fruto. La riqueza que tenía ante sus ojos le cegó tanto, que no pensó, por ejemplo, en ayudar a quienes pasan necesidad. Sus horizontes se redujeron a levantar nuevos y mayores graneros. Vio a lo lejos el esplendor de sus bienes y como autómata que da cuerda a su lengua se dijo: Alma mía, tienes en reserva bienes para disfrutar por muchos años. Jesús le llamó necio. Si, necio porque, si hasta el presente es incierto... ¿Como se atrevía a asegurar su vida en el futuro?

 El necio desprecia su alma al no tenerla en cuenta. No se le ocurre ponerla en las manos del Aquel que desea amarle con Amor Eterno. No tiene tiempo para buscar y encontrar a Dios que, como Padre que es, ama con locura a sus hijos.

 

P. Antonio Pavía 

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