viernes, 29 de agosto de 2025

Partiendo la Palabra Dm. XXII T. Ord.

 



 Hijos de Dios o hijos del mundo.

 Pongo un énfasis especial en las últimas palabras de Jesús, de este Evangelio. En ellas vemos que llama Bienaventurados a quienes hacen el bien a los demás con discreción, e incluso de forma anónima, para que aquellos a quienes ayudan, no tengan que agradecérselo. Este rasgo marca la diferencia entre los hijos del mundo y a los de Dios. A estos últimos, Jesús les llama Bienaventurados, o sea, les considera del grupo de sus más íntimos; los mismos a quienes llama: Pobres de espíritu, mansos como Él que es el Cordero de Dios, limpios de corazón, misericordiosos...etc. (Mt 5,1...).

 Nos estamos refiriendo a las Bienaventuranzas, que marcan el estilo propio del Discipulado. Hacer el bien a los demás sorteando juicios y prejuicios crea "la Santa Libertad" en el corazón de los Discípulos de Jesús.

No somos mejores que nadie, pero hemos tenido la Sabiduría de escoger a Jesús, el Único que puede crear en el hombre un corazón nuevo, como nos fue prometido por medio de Ezequiel (Ez 36,26-27). 

 

P. Antonio Pavía

comunidadmariamadreapostoles.com

 

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