Destacamos estas palabras de Jesús:
"Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo para que quienes crean
en El, tengan Vida Eterna." Si, tanto nos ama Jesús, que plantó su
Vida en nuestras entrañas para que naciésemos de nuevo en esa "parcela de
Cielo que es el Calvario".
En su agonía, Jesús clamó al Padre:
¡En tus manos encomiendo mi Espíritu! Clamor que culmina con el broche de
oro que nos legó el Salmista inspirado por Dios ... “Tú, el Dios leal me
librarás" (Sl 31,6).
Jesús, Crucificado proclamó solemnemente nuestro rescate; su victoria y la
nuestra sobre la muerte. Si... ¡tanto...tanto nos amó y nos ama Dios!
No hay mayor Tesoro para nosotros, que guardar y acariciar en nuestras
entrañas, el Santo Evangelio de Jesús.
De ahí el clamor desgarrador de San
Pablo: ¿Como creerán a quien no han oído? y ¿Como creerán sin que se les
predique? (Rm 10,14-15). Este grito angustioso de San Pablo, nos alcanza a
todos, si, a ti y a mí...
¡Despertémonos!
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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