Cuando
el mal se cierne en el hombre con nombre y apellidos para atacar a inocentes,
las mentes de bien responden con flores y velas ante la impotencia y dolor.
Lo
peor de las víctimas no es la muerte, sino la “inconsciencia” en vida de no haber
llevado en la mente las Palabras de Jesús: “No sabéis el día ni la hora”.
¿Te
vas manchado, desnudo al juicio personal? Esto es lo terrible. Doy por hecho
que a muchos por su juventud, el “viaje” les pilla a “medio camino” de la
verdad, y a otros por desgracia, sin haberlo comenzado…
Nuestro
mundo es pecador desde los comienzos. El tema tremendo es cuando nos vamos. ¿Pasamos
por las tinieblas? Jesús bajó a los infiernos antes de “resucitar”; Él echó un
vistacillo siendo Dios… ¿Nosotros?
Tú
serás tu juez, sin escusas, omisiones ni mentiras. Dios, mientras vivías, lo
hizo todo por ti. Le pedías perdón en confesión y te perdonaba una y otra vez.
No había límite en su misericordia. ¿Por qué lo hacía? Porque cualquier día
podías morir y deseaba salvarte.
La
muerte imprevista quiebra las oportunidades de Dios. No dejes tu salvación para otro día, HOY es el día. Piensa que la misericordia se esfuma en un
segundo…
No
hay mayor ayuda de Dios ante el terror, que rezar por esas mentes que nos
pueden cerrar el cielo. Por nosotros y sobre todo por ellos ¡OREMOS! cada día
de nuestra vida.
Nadie
debería morir para el maligno, nadie.
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