Esto
que dijo Jesús: “No necesitan médico los sanos”, como que… ¡Debe hablar de otro
planeta! Aquí no se libra ni uno, es que ni uno… Al contrario, mientras más “sana” (es puro
decir) se cree la gente y más sanos ha habido -dedicados a Él en cuerpo y alma-
más necesidad de Él. La regla de tres parece indirecta.
En
cambio, los muy pochos ahí están, haciendo de las suyas sin molestarle ni por
equivocación. ¡Esto es de médico, pero de guardia!
Sin
Dios no se puede vivir, es una realidad manifiesta y reconozcamos ser “pesados”
pero es lo que “tiene”; más vale de más que de menos.
A
lo que vamos: La frase es clara, pero si los muy enfermos no cuentan con Él y siguen
sin contar… ¡Ya me dirá Dios que hacemos! Esto debe decirlo por nosotros -los
del montón- y los pochos pochos, ¡Ahí va!, somos nosotros ¡Qué golpe!
¿Os
acordáis cuando las semillas caen donde
no deben? Pues… Otra vez los mismos ¡nosotros! Convertidos a veces en carretera
y otras en pedruscos… ¡Yo, es que no me lo explico!
Lo
único, la oración una y otra vez y os prometo que todo se soluciona. Hay que
llegar a ser tierra fértil. Es muy importante que demos ejemplo para encender lucecillas
por ahí, y a nosotros… ¡Por favor!, que no se nos queme la instalación.
Aún
no me he enterado de quienes son los sanos… ¡Ah, ya sé!, ninguno (era un
dicho). Si el mundo no hubiera sido libre, Él no habría venido como “médico”.
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