El Buen Pastor
La
palabra de Dios invita a aproximarnos a lo que significa la obra de Jesús con
la comparación del Buen Pastor. El simil procede de un mundo cultural
rural, agrícola y ganadero, que para muchos de los actuales oyentes, inmersos
en una cultura urbana, ha perdido su viveza natural y se ha convertido en un
concepto vago. Pertenece a un mundo en que cada familia solía tener un poco de
ganado, pero no el suficiente como para tener un pastor propio que los sacara
cada día a pastar. Por eso se solía encomendar a pastores profesionales que se
dedicaban a ello y, naturalmente, se procuraba buscar uno bueno, digno
de confianza porque trataría el ganado de la mejor manera posible.
La
alegoría del Buen Pastor supone que todas las ovejas pertenecen al Padre
y que éste ha encomendado el cuidado de todas a un pastor de su confianza,
Jesús, que por tanto es el que entra legítimamente en el redil (1). Es más él mismo es la puerta del redil
(2). En su pastoreo conoce por su nombre a todas las ovejas (3), va
delante de ellas (4), busca en todo su bien (5) y por ello, las
ovejas, que tienen intuición instintiva lo siguen (5). En su contexto literario esta alegoría
tiene carácter polémico, pues contrapone dos posturas ante el hombre, la de
Jesús y la de los fariseos.
Jesús entra legitimamente en el redil
porque es el enviado del Padre y sólo actúa de acuerdo con su voluntad, que
consiste en que dé vida abundante. Para eso murió y resucitó. Sólo el que busca
el bien de la persona está legitimado ante Dios para ponerse al frente de un
grupo humano.
Es
más. Por eso Jesús es la puerta que permite entrar y formar parte del pueblo
de Dios. No hay salvación fuera de él. Cuando la humanidad perdió la
posibilidad de acercarse a Dios por medio del único camino posible, que es el
del amor puro, el Hijo de Dios se hizo hombre, solidario y representante de
todos, y en nombre de todos recorrió el camino del amor que acerca a Dios,
tarea que culminó en su muerte y resurrección. En Cristo resucitado todos
tenemos acceso al Padre. Él es el camino, la verdad y la vida. Nadie puede ir
al Padre sin él (Jn 14,6). Por eso Jesús no es mero maestro de moral. Es
necesario unirse a él para poder entrar, porque él es la puerta.
Como
pastor verdaderamente interesado por las personas las conoce por su nombre, es decir, con un conocimiento íntimo y real,
sintonizando con su situación y necesidades reales, no con un conocimiento frío
o indiferente sino con un conocer que es amar. Como el Padre lo conoce a él y
él al Padre, así nos conoce y quiere que le correspondamos conociéndolo de
igual manera. Conocer a Jesús implica amarlo y seguirlo.
Va delante de ellas,
pues ya ha recorrido el camino que ahora debemos recorrer, actualizando en
nuestra vida la suya, actuando como buenos pastores en cada faceta de nuestra
vida familiar y profesional. El
seguimiento e imitación de Cristo es básico en la vida cristiana.
Yo he venido para que tengan vida y vida
abundante, hasta el punto de que dio su vida por nosotros, en
contraposición a tantos que solo buscan aprovecharse del hombre, robando,
matando, destruyendo, porque no les interesa el bien de las personas.
Rvdo. don Antonio
Rodríguez Carmona
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