Hay cosas que aunque me gustan ver, no
las entiendo, son las reliquias: Pedacitos de Santos desmembrados a repartir
por medio mundo…
¡Vamos a ver! Cuando tú tienes fe o
crees que la tienes, ¿por qué vamos a que nos pasen un “huesecillo” de San
Crispín (no sé si tenemos huesecillos) por el pecho?, ¿porqué besamos una
estampa y compramos la medalla de Santa Gema o de San José?, ¿por qué nos
encanta ver “medio dedo” o rezamos en casa a una imagen (un Santo achicado),
para que nos hagan caso?
Si la fe fuera adulta, yo creo que esto
no nos haría falta y los pobres Santos no estarían “hechos polvo”. Lo de Santa
Teresa es “de juzgado de guardia”; de la
pobre mujer no sé si quedará algo en su sitio; ¡Bueno! Y si vas al Real
Monasterio de la Encarnación, te entra un miedo… No hay más que “pedacitos” de
Santines.
Espero que a Juan Pablo II no me lo
“estropeen”… Yo tengo una reliquia de él, pero es de su ropa, así, sí.
Yo hablo mucho, pero ¡madre mía! mi colección
de estampitas y medallitas … En fin… Más
nos valdría tener sus vidas en negro sobre blanco.
Alguien me dijo que había que llevar el
escapulario de la Virgen del Carmen encima, porque si te mueres “de golpe”, te
salvas… ¡Menudo lío!, se me tiñen las camisetas, me pica el cuello, se me pone
“patrás” y me ahogo… No sé.
¡Aumenta
mi fe, Señor!!! Porque si vamos con todo a bendecir, el cura sale corriendo…
Emma Diez Lobo
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