lunes, 29 de mayo de 2017

El traje de fiesta.


En el Evangelio de Mateo, se relata algo que podríamos decir,  sorprendente. Y cuando la Palabra de Dios sorprende, porque se aparta de nuestros parámetros, hay que pararse a meditar, e implorar del Espíritu que sople en la dirección adecuada a nuestra necesidad…

Habla de un rey que celebra un banquete de bodas de su hijo e invita a los comensales. Ninguno quiso ir, todos tenían importantes negocios que atender. Volvió por segunda vez a invitar, anunciando que la mesa está preparada, y obtuvo la misma respuesta. Envió a sus criados a los caminos, e invitó a todos los que encontraron. Buenos y malos. Y comenzó el banquete. El rey fue saludando a cada uno, y al reparar a uno que “no llevaba traje de fiesta”, le preguntó: “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de fiesta?” Éste no contestó. Entonces el rey mandó que le echaran a las tinieblas. Porque muchos son los llamados, pero pocos los elegidos. (Mt 22,1-14)

El Padre Dios nos invita a la boda de su Hijo Jesucristo. Son las Bodas del Cordero Pascual, la metáfora del Cielo que Dios nos quiere regalar. Pero nosotros estamos demasiado ocupados, para tener que ocuparnos de los asuntos de Dios: ¡ya me convertiré!, pensamos. Y Dios envía profetas, anunciadores de su Palabra, envía mensajeros…no escuchamos. Y cuesta creer que alguien no esté interesado en acudir a una fiesta donde hay vino, música, buena comida, alegría…Pero es que la fiesta que nos ofrece Dios no es nuestra fiesta. Queremos todo eso, ¡sí!, pero a nuestro modo. Queremos una fiesta como la quería el hijo mayor del Evangelio del “Hijo Pródigo”; una fiesta con mis amigos, en donde no tiene que estar mi Padre.

Y el rey sale a los caminos, sale a buscar quién quiere asistir a su fiesta. Por eso dirá Jesús: “…Si alguno me ama guardará mi Palabra…” ( Jn 14,23). Ya Jesús cuenta con que a lo mejor, alguno guarda su Palabra. Y el Rey sale a ver si hay alguno que quiere ir a la boda. ¿Hay mayor humildad? Él es el Rey de Reyes, y duda del amor de todos!!!

Y sale al encuentro de los nuevos invitados. Y los recibe uno a uno; Dios los llama por su nombre, uno a uno, como el Buen Pastor-Jesucristo-, que llama una a una a sus ovejas, y las conoce por su nombre. Y encuentra a uno que no llevaba el traje de fiesta. No estaba preparado para la fiesta, no estaba en Gracia de Dios. Y le saluda con las mismas palabras con que Jesucristo recibió a Judas el momento de la traición: le llama Amigo.

Realmente, muchos son los llamados, pero pocos los que oyen su Mensaje, su Evangelio, su Palabra; son pocos los elegidos.

Procuremos llevar siempre este traje de fiesta del Señor, que es su Gracia santificante, para entrar en el Banquete del Reino, en el Banquete de las Bodas del Cordero, de Jesucristo, con nuestra alma.

Alabado sea Jesucristo

Tomas Cremades Moreno


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