También hoy nos dirige Jesús a los cristianos la misma
pregunta que hizo un día a sus discípulos: «Y vosotros, ¿quién decís que soy
yo?». No nos pregunta solo para que nos pronunciemos sobre su identidad
misteriosa, sino también para que revisemos nuestra relación con él. ¿Qué le
podemos responder desde nuestras comunidades?
¿Nos esforzamos por conocer cada vez mejor a Jesús o
lo tenemos «encerrado en nuestros viejos esquemas aburridos» de siempre? ¿Somos
comunidades vivas, interesadas en poner a Jesús en el centro de nuestra vida y
de nuestras actividades o vivimos estancados en la rutina y la mediocridad?
¿Amamos a Jesús con pasión o se ha convertido para
nosotros en un personaje gastado al que seguimos invocando mientras en nuestro
corazón va creciendo la indiferencia y el olvido? Quienes se acercan a nuestras
comunidades, ¿pueden sentir la fuerza y el atractivo que tiene para nosotros?
¿Nos sentimos discípulos de Jesús? ¿Estamos
aprendiendo a vivir con su estilo de vida en medio de la sociedad actual o nos
dejamos arrastrar por cualquier reclamo más apetecible para nuestros intereses?
¿Nos da igual vivir de cualquier manera o hemos hecho de nuestra comunidad una
escuela para aprender a vivir como Jesús?
¿Estamos aprendiendo a mirar la vida como la miraba
él? ¿Miramos desde nuestras comunidades a los necesitados y excluidos con
compasión y responsabilidad o nos encerramos en nuestras celebraciones,
indiferentes al sufrimiento de los más desvalidos y olvidados: los que fueron
siempre los predilectos de Jesús?
¿Seguimos a Jesús colaborando con él en el proyecto
humanizador del Padre o seguimos pensando que lo más importante del
cristianismo es preocuparnos de nuestra salvación? ¿Estamos convencidos de que
el modo mejor de seguir a Jesús es vivir cada día haciendo la vida más humana y
más dichosa para todos?
¿Vivimos el domingo cristiano celebrando la
resurrección de Cristo? ¿Creemos en Jesús resucitado, que camina con nosotros
lleno de vida? ¿Vivimos acogiendo en nuestras comunidades la paz que nos dejó
en herencia a sus seguidores? ¿Creemos que Jesús nos ama con un amor que nunca
acabará? ¿Creemos en su fuerza resucitadora?
¿Sabemos ser testigos del misterio de esperanza que
llevamos dentro de nosotros?
Ed. Buenas noticias
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