lunes, 25 de septiembre de 2017

¡Más allá de la justicia y la bondad, está la "excelencia"!


Siempre me costó entender la parábola «de los obreros en la viña». Ni te cuento lo que sudaba cuando tenía que predicar sobre ella. Fue mi director espiritual quien, con toda sencillez y naturalidad, me ayudó a «caer del guindo». Le bastó una palabra mágica: «la excelencia». Desde entonces se ha convertido personalmente en mi «comodín» espiritual.
Ángel, me decía, en la vida una cosa puede ser justa, incluso hasta buena. Da gracias a Dios si percibes que el Señor te «descoloca», amplía tu horizonte de miras y te pide que no te conformes con menos, ¡apuesta por la «la excelencia»!
Os confieso que cuando soy capaz de hacerlo, funciona. Palabra. Me hace sentir la vida como «gratuidad». Me hace experimentar que más allá de la justicia y de la bondad… está su misericordia divina que alcanza a todos, ofreciendo a cada uno de sus hijos lo que en cada momento necesitan. Y aquellos obreros, que no fueron contratados sino al final del día, necesitaban sentir la dignidad de saberse hijos, igual que los primeros. ¡Qué fuerte…! ¡Qué miope soy a veces!
El 26 de agosto, en la explanada de Lourdes, traté de explicárselo a los cuarenta jóvenes voluntarios que peregrinaron con la Hospitalidad. Y se emocionaron. Os comparto las siete pinceladas que adapté de J. Jauregui, por si os pueden ayudar:
1) ¡Dios sueña con tu «excelencia». No te conformes con menos! La arcilla cuando es barro, vale muy poco. Pero modelada por el ingenio del artista se hace obra de arte. Del lodo de los caminos pasa a los grandes museos… ¿Qué puedes hacer con tu arcilla (vida)?
2) ¡Dios sueña con tu «excelencia». No te conformes con menos! El tronco de un árbol puede pudrirse en el bosque o ser cortado para leña. También puede ser tallado por el alma de un artista y convertirse en una magnífica estatua. ¿Qué escultura querrías que Dios modelase en ti?
3) ¡Dios sueña con tu «excelencia». No te conformes con menos! El estiércol puede quedarse para siempre en «excremento». Sin embargo, aplicado a la tierra se convierte en abono que la vivifica. La vida es y vale aquello que tú eres capaz de hacer con ella.
4) ¡Dios sueña con tu «excelencia». No te conformes con menos! Después de mil trescientos años, se encontraron unas semillas secas en las pirámides. Todos pensaron que ya no servirían. Alguien las sembró. Volvieron a dar trigo. Nunca tu vida estará tan seca que no pueda reverdecer.
5) ¡Dios sueña con tu «excelencia». No te conformes con menos! La tierra puede ser puro erial. O puede ser un lugar de sementera donde la primavera hace florecer de espigas los tallos. Puede ser también alfombra de flores. De ti depende hacer de la vida un desierto o un vergel.
6) Dios sueña con tu «excelencia». No te conformes con menos. No pidas que sea Él quien lo haga todo en ti. El respetará tu libertad y tu conciencia, no hará por ti lo que no quieras hacer. Que nadie pueda decir que eres menos de lo que Dios soñaba de ti.
7) ¡Dios sueña con tu «excelencia». No te conformes con menos! Todo depende de tu decisión. Decídete. No estés jugando con tus miedos ni con tus indecisiones. Juega a ganar. Juega a SER. Y lo serás.
Esta «miopía» también puede llegar a los que estamos en nuestras comunidades cristianas que, movidos por el espíritu evangelizador y misionero que el Papa Francisco nos ha imbuido de salir a los caminos, cuando regresen al hogar muchos de sus hijos alejados, tratemos de hacerles «purgar» su extravío o su inconsciencia en lugar de tratarlos con la dignidad que lo hiciera el dueño de la viña con los últimos jornaleros.
En los planes de Dios la misericordia sobrepasa a la justicia. La gratuidad de la salvación y del perdón forma parte del pensamiento de AQUEL cuyos planes, afortunadamente, no coinciden con los nuestros. Menos mal.
¡Veis cómo ser cristiano, cuando uno es coherente y encarna los valores evangélicos, es lo más fascinante, progre y novedoso...! No te conformes con menos. Apuesta por la «excelencia». Y sabrás lo que es  «FLOTAR», esto es, «VIVIR EN GRACIA», sostenido por Dios.
Con mi afecto y bendición,
Ángel Pérez Pueyo

Obispo de Barbastro-Monzón

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