sábado, 22 de agosto de 2020

Domingo XXI T. O.





Jesús pregunta a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que soy yo?

Pedro responde: "Tú eres el Cristo - el Mesías- el Hijo de Dios vivo".

Un judío celoso e intransigente  por la Transcendencia de Dios jamás diría que un "hombre" es Dios, sino se lo inspirase Dios Padre, como el mismo Jesús hizo saber a los doce.

Fijémonos en las últimas palabras de esta confesión de Pedro: Eres el Hijo de Dios vivo.

Los hombres  tenemos esa centella interior, por pequeña que sea, que nos mueve a buscar la Vida, el Fuego que dio origen a nuestra centella. Tenemos también el peligro de orientar nuestro destello  hacia divinidades ficticias, siempre las hubo. Antes se las erigían estatuas, ahora pedestales virtuales en los que entronizamos ideas, planteamientos, proyecciones que hoy son y mañana se cambian por otros, porque quedaron caducos.

Los discípulos de Jesús no somos mejores que nadie pero sí tenemos la sabiduría de buscar   "al Dios vivo", al que, precisamente por estar vivo, abre sus oídos a nuestros lamentos y tristezas (Sl 130). El Dios que está pendiente de tus súplicas (Si 35,17)... En definitiva, el Dios vivo de quien dice el salmista..." hace tanto por mi " (Sl 57,3) Y la buena noticia es que...

"El Dios vivo  salió en nuestra búsqueda" 

¡Hablamos del Señor Jesús!


P. Antonio Pavía


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