"Para algunos de vosotros, Dios se convirtió en una gran
cuenta bancaria, o en una casa exquisita, o en un coche elegante. Para otros se
convirtió en una educación cara, o en el éxito profesional. Y otros encontraron
ídolos en una enseñanza o en un sistema de creencias, en un predicador o en un
gurú. Unos pocos hicisteis ídolos de la botella, de las drogas, del sexo
promiscuo, o de la promesa del amor. Todas estas cosas parecían ofrecerte
satisfacción, pero ninguna de ellas te dio el amor o la comodidad que prometían.
Más bien, te dejaron vacío y deseando más. Llegaste a estar sobre estimulado externamente y perdiste tu capacidad de sentir y de conectar internamente. Tu relación con el amor se invirtió. Te sentiste necesitado, dependiente, solo. Olvidaste cómo ofrecer amor. Sólo podías pedirlo. Querías estar en relación desesperadamente, pero no podías soportar sus exigencias. Te habías vuelto demasiado egoísta, estabas demasiado a la defensiva. Te sentías arrinconado.
Lo que más querías era precisamente lo que no podías tener, o al
menos eso creías.
La búsqueda de Dios fuera de ti te puso contra una pared que
no podías escalar ni rodear. Era demasiado alta y ancha. Estabas en un impasse.
El viaje externo llegó a su fin. No podías hacer otra cosa que dar la vuelta
hacia dentro. Y para volverte hacia dentro auténticamente, tuviste que
reconocer la completa futilidad de buscar amor fuera de ti mismo. Ese momento
de reconocimiento fue el comienzo de tu camino espiritual. Fue el final de tu
caída de la gracia, y el comienzo de tu retorno al Jardín."
(Paul Ferrini)
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