jueves, 10 de febrero de 2022

En la XXX Jornada Mundial del Enfermo

 


 “Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6,36) “Acompañar en el Sufrimiento” 

Queridos hermanos y hermanas.

Desde hace treinta años la Jornada Mundial del Enfermo se celebra el 11 de febrero. Fue instituida por San Juan Pablo II para animarnos a los creyentes a seguir asistiendo a los enfermos y a los que los cuidan, y en nuestro país, también, celebramos la Pascua del Enfermo el VI Domingo de Pascua (22 de mayo).

Han sido muchos los temas y lemas que han llegado hasta nuestras Diócesis para que, de forma organizada, llevemos la misericordia de Dios a través de nuestras manos a los que sufren por una u otra enfermedad y hemos ido estructurando nuestros recursos para que el fruto sea abundante y bendecido por Dios.

Este año de 2022 el lema es “Acompañar en el sufrimiento”, inspirado en el pasaje de Lucas 6,36 “Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso”.

A través de los materiales aportados por el Departamento de Pastoral de la Salud de la CEE, tenemos que trabajar en nuestra Diócesis de Jaén en dos ambientes: el ser humano, que asume la cruz de la enfermedad y los cuidadores que son, fundamentalmente, la familia.

Soy consciente de que nos queda mucho camino por recorrer, pero con nuestros equipos de Pastoral de la Salud, que llevan a cabo su entrega en nuestras comunidades, podremos acompañar al que sufre y llevar a cabo la tarea que se nos ha sido encomendada por nuestra vocación.

Animo a la dinamización de los equipos parroquiales de visitadores de enfermos, a fortalecer la formación de sus componentes, a no decaer en su crecimiento espiritual y moral, así como a potenciar los encuentros diocesanos.

El secretariado de Pastoral de la Salud está trabajando desde el PROSAC (profesionales sanitarios cristianos), acompañando en la etapa final de la vida y duelo y Hospitalidad Diocesana de Lourdes, para crear en nuestras comunidades un compromiso para la mejor asistencia cristiana a los enfermos y sus familias, sobre todo con la promoción del voluntariado.

No debemos descuidar a aquellos que padecen enfermedades menos visualizadas pero que provocan un gran sufrimiento, como las enfermedades raras, las neurodegenerativas, la depresión, así como las enfermedades mentales que en muchas ocasiones llevan al suicidio, que se ha convertido en la primera causa de muerte entre los más jóvenes en España, por lo que tendríamos que dedicarle una atención especial.

Acompañar en el sufrimiento es poder advertirlo como un acontecimiento valorado por Dios de cara a nuestra salvación y aunque parezca una locura, una fuente de alegría “Ahora me alegro de mis padecimientos por vosotros” Col 1,24

«Aparentemente, el dolor cambió mi destino de modo radical. Dejé las aulas, colgué mi título de profesor, fui reducido a la soledad y el silencio. No obstante, vivo en el gozo» Escribía el beato Lolo, un hombre que transmitía ánimo y alegría según compartían sus amigos, su hermana Luci y su biógrafo, don Rafael Higueras.

Ante el sufrimiento, tiene un papel fundamental la Palabra de Dios porque es sanadora y nos ayuda a descubrir su sentido.

El 23 de enero la Iglesia celebró, por tercer año, el Domingo de la Palabra de Dios, instituido por el Papa Francisco en 2019, a través del motu proprio Aperuit Illis, en el que el Papa afirma que “tras la conclusión del Jubileo extraordinario de la misericordia, pedí que se pensara en ‘un domingo completamente dedicado a la Palabra de Dios, para comprender la riqueza inagotable que proviene de ese diálogo constante de Dios con su pueblo’”.

Para la Pastoral de la Salud esto es clave, porque el desconocimiento de la Palabra es el desconocimiento de Cristo y en Él, en sus gestos y signos descubrimos la misericordia de Dios hacia los hombres, sobre todo hacia los más débiles, los enfermos, pobres y marginados; y esta misericordia enmarca nuestra acción pastoral porque somos enviados por Cristo, a través de una comunidad concreta, que es la Iglesia, a esos hermanos que nos necesitan.

No podremos acercarnos y acompañar al que sufre si no nos vestimos con las mismas actitudes de Jesús.

Estoy convencido de que entre todos podremos llevar la luz del Evangelio, de la Buena Noticia de Jesús a quienes sufren en su cuerpo o en su espíritu y con la ayuda de María, Salud de los enfermos, hacer de nuestra sociedad un lugar más sano donde todos busquemos el bien de todos.

A todos os envío de corazón mi afecto y bendición,

+ Sebastián Chico Martínez

Obispo de Jaén

 

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