Isaías describe la Pasión de Jesucristo
de esta forma tan descarnada como real. Inicia su texto profético en estos
términos: "¿Quien dio crédito a nuestra noticia? ¿A quién se le reveló la
Fuerza de Dios? Creció como un retoño delante de Él, como raíz de tierra árida
no tenía apariencia ni presencia... (Is 53,2...).
Así, despreciado por todos transcurrió
la vida pública de Jesús. Desprestigiado, ninguneado por los hombres, pero
arropado por la mirada amorosa del Padre. He ahí el sello inexorable de los
discípulos de Jesús; Ultrajados por los hijos del mundo, pero, como dice también
Isaías, preciosos a los ojos de Dios, nuestro Padre: "Eres precioso a mis
ojos, valiosísimo; yo te amo” (Is 43,4).
Si nos acercamos a Jeremías le oímos
decir: "Con amor eterno te he amado, por eso he reservado gracia para ti'
(Jr 31,3). A la luz de estas y tantas otras profecías semejantes entendemos
esta sublime inspiración de Juan Bautista: "Conviene que Él crezca y yo
disminuya" (Jn 3,30). Dejemos que Jesús crezca en nosotros y que nos diga:
Eres precioso para mí, yo te amo.
_P. Antonio Pavía_
https://comunidadmariama.blogspot.com/
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