Todos estamos en la higuera o debajo de una higuera hasta que un día te encuentras con alguien que te dice: Lee el Evangelio y síguelo. El milagro del encuentro con Dios está servido.
Elegir
a la única Persona que tiene tus pelos contados y te pone por delante la
ocasión de vivir diferente, se hace real. Y ¿cómo es ese vivir?, no tiene nada
que ver con la vida de los que andamos por la calle. Es sufrir en silencio, soportar
la desgracia con entereza y saberte acompañado en los silencios, es vivir al
lado de Dios, con Él.
Natanael
siguió a Felipe y Jesús le esperaba... Tú sigues el Evangelio y Jesús te ofrece
una Vida después de la vida. En todo su Ministerio -casi cuatro- nos dice que nuestro
tiempo es tan fugaz como el Suyo. Nacer,
hacer lo que Él te dice porque confías en Su promesa y marcharte.
Fácil
leerlo, difícil de llevar. Creer no es innato, confiar tampoco; los llamados
desde niños o por intervención directa como Pablo, Mª Goretti, etc. son “Muestras”, puro Evangelio con pies y manos que nos envían para aumentar la Fe;
los demás no somos “Muestra” sino los hijos más importantes de
Dios. Fijaros si somos muchísimo más importantes que Moisés o cualquier
Santo, que cuando Murió no lo hizo por ellos sino por nosotros -Dios nos llama
enfermos- y desde aquel día nos abrió el cielo a todos ¡Con normas, por
supuesto!
Seamos “Natanaeles”, somos la CAUSA de
Jesús.
Emma
Díez Lobo
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