"Como el
Padre tiene la vida en sí mismo, así también le ha dado al Hijo tener la vida
en sí mismo" (Jn 5,26). Yahvé, ese es el nombre con el que Dios se dio a
conocer a Israel, significa "Yo soy el que soy", el que tiene la vida
en sí mismo. Jesús el Enviado del Padre también tiene la vida en sí mismo, de
ahí su resurrección y victoria sobre su muerte.
La buena y
extraordinaria noticia es que nos dice que ha venido del Padre para darnos vida
en abundancia (Jn 10,10 b), lo que significa que también nosotros- salvando las
distancias- tenemos también la vida en nosotros mismos y es por eso que como él
tenemos poder para darla sabiendo que la recuperamos: "Nadie me quita la
vida, yo la doy voluntariamente, tengo poder para darla y poder para
recuperarla” (Jn 10,18).
Pablo, el que se
enorgullece de llamarse “el prisionero por Cristo”, canta su victoria sobre la
muerte con esta gloriosa proclamación: "Ya no soy yo quien vive, es Cristo
quien vive en mi" (Gal 2,20). Este majestuoso canto de la Libertad Suprema
es también el canto de todos los discípulos de Jesús porque, al igual que
Pablo, él vive en nosotros.
P. Antonio Pavía
https://comunidadmariama.blogspot.com/
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