... Desde tu
morada riegas los montes, la tierra se sacia con tu acción fecunda…" (Sl
103, 13). Dios que vivifica
los campos desde su morada actúa sorprendentemente en aquellos que por guardar
su Palabra perciben asombrados cómo se abren los sentidos de su alma al
permitirle levantar su morada en ella. "Él que me ama guardará mi
Palabra y mi Padre le amará y vendremos a él y haremos morada en él" (Jn
14,23).
Desde esta morada
Dios vivifica nuestra alma abriendo sus ojos, oídos, gusto, olfato y tacto que
le conectan con Él cara a cara. Ya decía San Agustín: "Si el
cuerpo tiene sus sentidos… ¿no los va a tener el alma?”. Por su parte San
Pablo con el estilo magistral que le caracteriza nos dice: "... Hablamos
de una sabiduría de Dios misteriosa, escondida... Como dice la Escritura; ni
el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparo
para los que le aman…” (1 Co 2,7-9). Alcanzamos este don inapreciable, no a
base de mucho estudio sino imitando a María de Betania "que sentada los
pies de Jesús escuchaba su Palabra " (Lc 10, 39). A los pies de Jesús…
es decir con la disposición de hacer suya su Palabra obedeciéndole.
P. Antonio Pavía
https://comunidadmariama.blogspot.com/
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