Había dicho Isaías: "Este pueblo me honra
con los labios, pero su corazón está lejos de mí." (Is 29,13). Así fue
como encontró Jesús a Israel siglos más tarde.
Las multitudes llenaban el Templo, las sinagogas; a
todos, incluidos los predicadores, les llegaba la Palabra de Dios, pero no
abrían sus corazones ante Ella, tan solo sus oídos externos y por eso Dios
Palabra encontraba cerradas sus puertas interiores. Amaban demasiado sus
ambiciones y vanidades como para " tener hambre y sed del Dios Vivo"
(Sl 42; 1-3).
Jesús no increpó a nadie, simplemente le dolió
enormemente que no hubiese pastores que bebiesen y diesen a beber Palabras de
Vida al pueblo. Le dolía hasta el gemido ver cómo Satanás socavaba en las almas
de todos ellos esos vacíos frustrantes. No, no fustigó a nadie, simplemente
llamó a sus doce discípulos y les dijo:
¡Id, id hacia el hombre vacío! Fue el anticipo del envío universal que hizo
después de su Resurrección: "Id al mundo entero y anunciad el
Evangelio" (Mc 16,15).
Si, salgamos de nosotros mismos como salió Abraham
(Gen 12,1-4..) Nuestra seguridad será la misma que la de Jesús: Su Padre. Por
eso respecto al Evangelio que anuncien les dice: "Lo habéis recibido
gratis, dadlo pues gratis" Entendámonos; Dios nuestro Padre no quiere que
sus anunciadores sean austerísimos ni pordioseros. ¡¡Les impulsa a que se dejen
cuidar por su Padre, que sí da de comer a las aves y viste esplendorosamente a
las flores del campo...!! ¡¡Cuanto más a ellos...!! (Mt 6, 25-32).
Esto tiene un nombre: Fiarse de Jesús y su Evangelio.
Es la Fe adulta.
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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