sábado, 17 de junio de 2023

Dom. XI T. Ord. Mi corazón, para ti Señor (Mt 9,36- 1O,)

 


Había dicho Isaías:  "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí." (Is 29,13). Así fue como encontró Jesús a Israel siglos más tarde.

 Las multitudes llenaban el Templo, las sinagogas; a todos, incluidos los predicadores, les llegaba la Palabra de Dios, pero no abrían sus corazones ante Ella, tan solo sus oídos externos y por eso Dios Palabra encontraba cerradas sus puertas interiores. Amaban demasiado sus ambiciones y vanidades como para " tener hambre y sed del Dios Vivo" (Sl 42; 1-3).

 Jesús no increpó a nadie, simplemente le dolió enormemente que no hubiese pastores que bebiesen y diesen a beber Palabras de Vida al pueblo. Le dolía hasta el gemido ver cómo Satanás socavaba en las almas de todos ellos esos vacíos frustrantes. No, no fustigó a nadie, simplemente llamó a sus doce discípulos y les dijo:

¡Id, id hacia el hombre vacío!  Fue el anticipo del envío universal que hizo después de su Resurrección: "Id al mundo entero y anunciad el Evangelio" (Mc 16,15).

 Si, salgamos de nosotros mismos como salió Abraham (Gen 12,1-4..) Nuestra seguridad será la misma que la de Jesús: Su Padre. Por eso respecto al Evangelio que anuncien les dice: "Lo habéis recibido gratis, dadlo pues gratis" Entendámonos; Dios nuestro Padre no quiere que sus anunciadores sean austerísimos ni pordioseros. ¡¡Les impulsa a que se dejen cuidar por su Padre, que sí da de comer a las aves y viste esplendorosamente a las flores del campo...!! ¡¡Cuanto más a ellos...!! (Mt 6, 25-32).

 Esto tiene un nombre: Fiarse de Jesús y su Evangelio. Es la Fe adulta.

 

 P. Antonio Pavía

comunidadmariamadreapostoles.com

 

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