Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo para
salvarlo, dice Jesús. Lo realmente impactante es que Jesús no opuso resistencia
al ser entregado en, como El mismo dice, manos de pecadores (Mc 14,41).
Veamos la secuencia de la entrega de Jesús en manos de
pecadores: Judas entregó a Jesús en manos de los miembros del Sanedrín
que, perversamente ufanos, le condenaron y entregaron en manos de Pilato. Este
sabía que Jesús era inocente pero no estaba dispuesto a malograr su honorable
gloria, de ser gobernador de Judea por El, y le entregó al pueblo de Israel.
Los israelitas, en general estaban molestos con Jesús porque su Evangelio ponía
al descubierto sus apariencias de piedad, sacando a la luz que sus corazones
eran extraños a Dios, por lo que salvaron a Barrabás y entregaron a Jesús a la
muerte. El Apóstol Pablo entendió muy bien el significado de la entrega
de Jesús al escarnio de todos, que culminó con su muerte en la Cruz. Lo
entendió de forma personalísima al decirnos: " Me amó y se entregó por mi
" (Gal 2,20) Bien sabia Pablo que Jesús no se entregó por él a causa de
sus méritos.
Nos dice que Jesús le llamó al Discipulado a pesar de
" haber sido un blasfemo y un perseguidor insolente." (1 Tm 1,12-13)
Al reconocer su realidad de pecador, se desvaneció la distancia entre Jesús y
él; las Palabras de Vida del Evangelio saltaron hacia su corazón y se tatuaron
en su alma.
Ojalá hagamos nuestra su experiencia, que
transcribimos: " Me amó y se entregó por mí, Pablo"
Cambia el nombre Pablo por el tuyo.
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles
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