Infinidad de personas que de una forma u otra hemos
sido alcanzados por Jesús, por la grandeza de su amor y de su perdón, hemos
sentido el vibrar de nuestros corazones, ante su invitación a ser sus
discípulos. Les pasó a los Apóstoles cuando Jesús les dijo: ¡Seguidme!
Sin embargo, en el Evangelio vemos que el seguimiento
de estos a Jesús, fundamentado solo en su generosidad, chocó contra su
debilidad, su miedo a perder su vida, también sus proyecciones...etc. “a causa
de Jesús y su Evangelio” (Mc 8,35).
Figura emblemática de esta debilidad paralizante es
Pedro, que nos representa a todos. Nos situamos en la Ultima Cena. Jesús
anuncia a los suyos la inminencia de su Pasión y que nadie, tan solo su Padre,
estará con Él (Jn 16 32). Pedro, impetuosamente, le asegura: Te seguiré... daré
mi vida por ti. Jesús que jamás dejó de amarle le responde: "Todavía no
puedes”! ¡Me seguirás más tarde! (Jn 13,36-37). Pedro no puede dar la vida por Jesús, porque
antes la tiene que recibir de Él, con su muerte.
Sólo al morir por él, por todos, recibimos la Fuerza
del Espíritu Santo que nos posibilita decir al Hijo de Dios: Aquí estoy, ya
puedo seguirte...
-->Lo veremos el miércoles
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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