Después
de estar en 20.000 sitios con una fama que ni los Beatles en su época, se
volvió a Nazaret, su terruño, y no creáis que predicaba por las esquinas o en
mitad de la calle pegando voces… No, eso lo hacen en E.E.U.U. no en Nazaret.
Como
era sábado, entró en la sinagoga y antes de que nadie se pusiera en pié, se
levantó Él para hacer la lectura; Le entregaron el “rollo” de Isaías y ¡mira tú por dónde! encontró a la primera, el
pasaje donde dice:
“El espíritu del Señor está sobre mí,
porque Él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres,
a los cautivos y oprimidos la libertad, a los ciegos, la vista; para anunciar
el año de Gracia del Señor” (ya lo decía
Isaías ¿veis?). Volvió a enrollarlo, lo devolvió y se sentó; todos le miraban
con asombro… Y Jesús les dijo: “Hoy
(aquel hoy, es el hoy de hoy) se cumple
esta Escritura que acabáis de oír”. Mucha admiración en el momento, pero
después veréis… Sigamos la historia.
¿No es éste el hijo de José? -¡Ya empezamos con las tonterías!- Él les dijo: “Seguramente me diréis, médico cúrate a ti
mismo… Os aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra”. Y
siguió hablando de Elías y Eliseo (profetas) que no habían podido hacer nada
por Israel en tiempos de hambre, enfermedad y miseria… ¡Para qué fue aquello!,
sus profetas les habían fallado (ya decía yo que la admiración les duraría poco)
y llenos de ira le sacaron del templo y lo llevaron al monte para despeñarle…
¡Jopé
con los de la sinagoga! Mucho leer la Palabra de Dios y cuando les daba el “fluss” o se
tambaleaba su poder… ¡Al barranco! Pero Jesús muy tranquilo, se desenganchó de
estos borricos (con perdón) y se volvió pasando lentamente por medio de ellos
¡jeje…! Se marchó otra vez a Cafarnaúm (doy por hecho que antes de emprender
viaje, iría a ver a su Madre, aunque el evangelista no lo diga).
A
Jesús siempre le pasaba igual. Cuando hablaba, lo hacía ex cátedra y la gente quedaba “atontada” de puro
entusiasmo; pero el verdadero problema eran los “sabios” del templo. ¿Creían
estar por encima de los profetas?, o era simplemente su falta de fe… Una vez
dijo Jesús: “No hablo a los sabios, que son duros de mollera -¡como para
cambiarles una coma!-, sino a los humildes de corazón” (bueno, no de esta
manera, pero lo dijo).
Y así
iba nuestro Dios, de ciudad en ciudad; Hoy somos más de 12 sus amigos,
muuuuchos más, para entre todos devolverle aquellas palabras suyas: ¡Ánimo,
somos mogollón y estamos contigo, no estás solo!!!
Emma D. L.
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