martes, 29 de julio de 2014

Segovia 2014, Job 42. 5.



  
No puedo decir que te conozco, pero si dijera que no te conozco, estaría mintiendo.

No puedo decir quien eres exactamente, sin embargo en la desesperanza grito tu nombre.

Cualquier intento por describirte sería mentira, no obstante eres lo más cercano a mí.

No puedo decir que te vea pero se que vas a mi lado todo el día y toda la noche.
                                     
No eres un escudo ni una muralla ni una barrera, pero me refugio en ti.

No eres una vitamina, ni una sustancia reconstituyente, pero animas mi ser y me das fuerzas para seguir.

No eres una medicina, pero si te siento a mi lado ya no hay sufrimiento.

No me infundes ciencia, pero solo tu despejas mis dudas.

No publicas libros ni tratados científicos, pero es solo por ti que la rana canta en el charco mirando las estrellas.

No se si hablas todas las lenguas, pero entiendes en mis lágrimas lo que no se decir con mis palabras.

Aunque rabio y pataleo porque no quiero tomar la sopa que me ofreces, al final me haces tragar la sopa y te ríes de mi rabieta, sabiendo que un día reconoceré mi tozudez.

No eres una madre y me has cuidado desde que nací.

Aunque intente alejarme, tú me sigues de cerca, y si doy un paso hacia ti, tú das 20 hacia mí.

Tu vigilas mis pasos, me hablas en el silencio, me ves en la oscuridad, me tocas con la brisa, me perfumas con tu palabra, me animas con tu aliento y es por ti que existo.

No puedo decir que te conozco, pero si dijera que no te conozco, estaría mintiendo.




Juan José Prieto. 

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