Pregunté en aquella preciosa
Iglesia, fría y algo abandonada…
¿Espíritu dónde estás?
¡Anda ven! Que tenemos que escribir en este rato de
desierto… Mira, a Ti te dejo el texto y yo
la escritura; sin Ti no puedo hacer nada bien y bien lo sabes.
Nunca te he visto ni te he oído pero te he
sentido muchas veces y, si no es por Tí yo no estaría ahora aquí. Aunque te
diré una cosa: Cada amanecer desde mi habitación veo los pájaros volar y pienso
que todos llevan algo de Tí ¿sabes? Tenéis la misma forma y las mismas alas de
las que Juan nos habló en el Jordán…
Ya escribo, perdona. El asunto
Job impresiona porque él no murió de angustia ni se suicidó y ésta espera hasta
que Dios responde, es la que a mí me vale. Sin prisas, sin temores, sabiendo
que Tú darás la cara en algún momento de mi “doliente” vida y me harás ver si
te he sido fiel, si creo en ti, si me fío de ti.
Dice el apóstol que ya no soy
tu sierva sino tu amiga, por tanto yo te pido y Tú me pides ¿vale?, así nos
ayudamos mutuamente: Yo, te doy la grandeza de ser tu discípulo para llevarte mientras
más almas mejor y Tú, Tú dame la paz interior para el mundo, para mí y sobre
todo PACIENCIA para no preguntar: ¿Dónde está Dios?
Emma
Díez Lobo
Segovia
2014
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