jueves, 24 de julio de 2014

Tiempo de desierto




                         
Pregunté en aquella preciosa Iglesia, fría y algo abandonada…  ¿Espíritu dónde estás?
¡Anda ven!  Que tenemos que escribir en este rato de desierto…  Mira, a Ti te dejo el texto y yo la escritura; sin Ti no puedo hacer nada bien y bien lo sabes.

 Nunca te he visto ni te he oído pero te he sentido muchas veces y, si no es por Tí yo no estaría ahora aquí. Aunque te diré una cosa: Cada amanecer desde mi habitación veo los pájaros volar y pienso que todos llevan algo de Tí ¿sabes? Tenéis la misma forma y las mismas alas de las que Juan nos habló en el Jordán…

Ya escribo, perdona. El asunto Job impresiona porque él no murió de angustia ni se suicidó y ésta espera hasta que Dios responde, es la que a mí me vale. Sin prisas, sin temores, sabiendo que Tú darás la cara en algún momento de mi “doliente” vida y me harás ver si te he sido fiel, si creo en ti, si me fío de ti.

Dice el apóstol que ya no soy tu sierva sino tu amiga, por tanto yo te pido y Tú me pides ¿vale?, así nos ayudamos mutuamente: Yo, te doy la grandeza de ser tu discípulo para llevarte mientras más almas mejor y Tú, Tú dame la paz interior para el mundo, para mí y sobre todo PACIENCIA para no preguntar: ¿Dónde está Dios?

Emma Díez Lobo
 Segovia 2014


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