¡Hola Miguel!. Hará unos quince días, recibí un Wasaps tuyo con un paisaje deleitoso, donde surgía desde el mar un edificio placentero, informándonos que desde allí no tenías cobertura para tus envíos diarios “La luz de la mañana”.
He estado pensando y especulando,
pero es tanta la curiosidad que no tengo más remedio que preguntarte, si es
posible la respuesta:
¿Dónde has estado?
No
me corresponde a mí otra cosa, de acuerdo a lo que me preguntas, sino ser
sincero: fertilizándome.
¤ Me explico:
Necesitaba
solearme, madurar la Palabra, volver a las aguas borboteantes, vivir de cara al
corazón, ignorar el tiempo, la prisa y la cobertura telefónica, recoger las
velas de mi barca, volver a florecer, caminar por los senderos del Evangelio,
buscar nuevas rosas para mis manos, desnudar mis ojos para ir al encuentro del
Señor, dosis de aire limpio, engarzar las notas de mi canción olvidada, dar
nuevo aliento a mi vida, enraizarme en rescoldos de vida perdurable, ser presto
en perdonar, y luego coger la cosecha, crecer en los brazos de Jesús, buscar
agua para mi sed, es decir : estar al gusto de Dios.
¤ Ahora te cuento:
Por
cuanto antecede has percibido que he estado con Dios.
¤ Te informo con quienes he convivido:
Con el regalo maravilloso
que nos ofrece Dios en la persona del sacerdote el Padre Antonio y en las manos
de grandiosas mujeres y hombres, que son el código de la amabilidad. ¡Qué grandeza de
ánimo, de entrega sin reservas, de nobles deseos de servir, bondadosos,
comprensivos, el detalle, el gesto, ofreciendo soluciones, ligeros de equipaje
- aunque con maletones de ropa-, las manos llenas y la frente de cristal, para
leer sus puros pensamientos. Personas con vida y audaces
dispuestas a caminar junto a Dios sin abandonar la senda.
“ La
gloria de Dios es el hombre viviente” (San Irineo)
¤ Pero sería incompleta mi respuesta, si no te narrara mi experiencia,
que sirve de invitación, para que el próximo año “cruzando el charco”, nos
acompañes.
¤ Tema a tratar: JOB.
¤ Reflexión: Señor yo te conocía sólo de oídas, pero ahora te han
visto mis ojos. ( Job
42: 5)
¤ He
aquí mi meditación:
Job ¿dónde está mi Padre?.
Job, se asoma a su alma para ver el rostro de Dios, y lo que encuentra es
el suyo. ¡Anda!, que coincidencia
le pasó como a mí yo que estoy en este fantástico viaje de encuentro con el
Señor, me ha llegado en muchas ocasiones el sentirme tal cual el siervo de Dios
Job, como un vendaval que pasa por las eras, y levanta torbellinos de polvo y
pasa por los huertos floridos, y lleva nubes de perfumes.
Llegué y me puse a remojo
en Dios y a expresar gratitud. He pasado durante ocho días por desierto,
silencio, siembra, grano, espiga, cosecha, horas serenas, las mejores sonrisas,
profundas meditaciones, tarea compartida, latidos del corazón, dolor en las
piernas y columna y sufrimiento callado, recé, recé y recé hasta llegar a
escuchar lo que Dios quería decirme.
He acogido la Palabra
divina en mi corazón y entendimiento, con esperanza documentada y bien
empapada.
He escuchado y saboreado la
Palabra como una llamada personal de Dios,¡ qué bien habla el Director
espiritual ! ¡uf, perdón!, ¡qué bien habla Dios en boca del Director espiritual
¡, también por la mía, pero esta flaquea, es pobre y titubeante.
Himnos y cantos litúrgicos
de oración, gloria y acción de gracias, cultivando ilusiones de altura y un adolescente, recibiendo por
primera vez el Cuerpo de Cristo,
confirmando que solo Dios da sentido a nuestra vida.
Busqué a Dios y lo he
encontrado, porque Él da siempre los primeros pasos. Me da la impresión de que
estoy echando nuevas raíces en Dios y que mi alma enamorada va buscando su ternura y sus huellas y que ya empiezo a rebosar de
alegría gloriosa, manantial de aguas vivas,
que tienen voz.
Este encuentro con el Señor ayudará a cambiar más mi vida y convertirla en más humana, ahora debo rezar más y
mejor, con amor humilde y delicado. Jesús es mi Maestro en los caminos y en los
atrios del templo, en el lago y en la montaña, y me enseña a descubrir el
sufrimiento. No es el sufrir, sino la manera de sufrir lo que dignifica al
hombre. Sigue Señor haciéndome fuerte cuando soy débil.
“Rocíame con el hisopo,
quedaré limpio. Lávame, quedaré más blanco que la nieve. Oh Dios, crea en mí un
corazón puro (Sal 50, 9,12). Dame, Señor, un corazón puro, limpio, nuevo,
grande, generoso, bueno, ilimitadamente bueno. Manso y humilde como el tuyo.
He sigo ungido y apoyado
por la gracia divina y me has enseñado a distinguir el sí de la aceptación y el
sí de la ejecución. Ahora me toca practicar más para crecer más.
Gracias
Señor, ahora te conozco más y mis ojos
te verán con más frecuencia.
Espero y deseo, querido
amigo, que este pequeño y sencillo testimonio se haga una realidad espiritual en ti.
Miguel Iborra
Miguel: como siempre tus palabras rezuman amor hacia Dios, y te dejas llevar por esa espiritualidad de bondad que reflejas en tus escritos llenos de sabiduría que brotan de tu limpio corazón.
ResponderEliminar