Yo he saboreado tu seguridad, y no quiero otra.
En esta vida que me lleva de mi búsqueda a tu búsqueda, y a
pesar de que mi corazón está más preparado para el barro que la estrella,
aspiro cada día a que, en tu compañía, yo pueda aprender poco a poco cómo se
vive en tus manos.
Cómo se pierde dulcemente y -a tu paso- la querencia por la
felicidad y el amor por las cosas muertas y se deja uno guiar de puntillas por
el mundo, por tu mano, descubriendo con sorpresa que se puede saltar sin caer y
que tu mano no ata, como las cosas a las que nos asimos para sentir seguridad.
Sentir cómo tu mano desata nuestras cadenas, arranca el
miedo y regala felicidad.
¡Este es mi sueño!
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