sábado, 8 de abril de 2017

Semana Santa Domingo de Ramos




Jesús se consagró  a  cumplir  la voluntad del Padre

La Iglesia invita a contemplar durante estos días la pasión de Jesús, penetrando en sus razones más íntimas y en sus frutos. Debe ser la tarea más importante de estos días.

Hoy escucharemos todo el relato la pasión de Jesús según san Mateo y el Viernes Santo volveremos  a oírla según san Juan. Realmente extraña el espacio desproporcionado, dos capítulos, que los evangelios dedican a las 24 horas cortas que duró la pasión y muerte,  mientras que al resto de tres años  de actividad  Mt dedica 22 capítulos y Jn 17. Esto es contrario a la psicología humana, que suele pasar de prisa sobre los sucesos negativos de un héroe, si no los omite,  y se complace en los positivos;  contrario también a las expectativas del pueblo judío, que no veía en los textos veterotestamentarios la figura de un mesías fracasado y doliente.  La Iglesia primitiva no lo hace por masoquismo, por exaltar el dolor como tal, sino porque ha experimentado que la pasión es el camino de la gloria.  La experiencia de la resurrección y sus frutos explica esta praxis de la Iglesia. La fe cristiana no es alienante: afronta como es la realidad, incluso dolorosa, el fracaso y la muerte,  pero la ilumina a la luz de la resurrección.

La liturgia se centra hoy en la contemplación global de Jesús sufriente, porque la vida cristiana es actualizar la muerte de Jesús  para participar su resurrección. En la procesión de ramos el evangelio de san Mateo recuerda las disposiciones con las que Jesús se mete en la boca del lobo, consciente de que lo van a matar: entra como rey manso, dispuesto a sufrir la violencia, consciente de que es el camino para ser rey, como rezará el título que pondrán en la cruz.  En la misa la primera lectura proclama el tercer poema del Siervo, donde se presenta el secreto de su actuación: escucha con atención y lleva a la práctica lo que le dice Dios, aunque sea doloroso. La segunda lectura es  un himno compuesto por los primeros cristianos para cantar el misterio pascual: Cristo, por amor, se hace hombre débil y obediente, por eso fue exaltado como Señor. Finalmente como evangelio se lee  la pasión según san Mateo. Los diversos relatos de la pasión narran los mismos acontecimientos, pero cada evangelista lo hace desde un punto de vista propio. Para Mateo la pasión es el culmen de toda su obra: la muerte y la resurrección están prefiguradas en la persecución y liberación del Niño  en el relato de la Infancia, explica y completa la presentación de Jesús como Mesías rechazado por los judíos y reconocido por sus discípulos (argumento de la primera parte) y es el término al que apuntan las  secciones precedentes de la segunda parte.  En el relato, por una parte, subraya la presciencia, libertad, dignidad e inocencia de Jesús, véase p.ej. el relato del final de Judas (propio) y el de la confrontación Jesús-Barrabás, por otra, insiste en  el carácter de cumplimiento que tiene la pasión, por lo que frecuentemente nota  que se está cumpliendo la Escritura, expresión de la voluntad del Padre, y consiguientemente , se realiza en contexto histórico salvífico, dando paso a la plenitud de los tiempos escatológicos, como ponen de relieve el terremoto y las resurrecciones  que tienen lugar. Jesús aparece así como el Justo sufriente, que se consagra a hacer la voluntad del Padre, consciente de que este camino, aunque doloroso, culmina en la resurrección para él y para todos nosotros.

La celebración de la Eucaristía es presencia sacramental de esta muerte y resurrección, invitando a todos los participantes a unirse ahora a la muerte, haciendo la voluntad de Dios en cada momento, para participar después su resurrección.

D. Antonio Rodríguez Carmona



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