¡Mira Señor como ando!, por favor
quítame este dolor de espalda, es horroroso; ¡fíjate!, mi hijo sin trabajo, haz
que encuentre uno; ¡Ah! me dan unos
calambrinos nocturnos que se me quedan los pies rizados como las rosquillas y
duele… ¿Sabes?, no tengo ni para la “pelu”; Señor, déjame como estoy que estoy
muy bien (de lujo pirujo)… Pues “chorradas” como estas por muy serias que sean,
las que queramos.
¡Pero
vamos a ver! ¿Quién
es Dios? Dios “son” tus armas en la vida, el cómo afrontar el dolor y la
desgracia, también la alegría ¡por supuesto! Él no resuelve vidas ni dolores,
no es un mago a pedir de boca, ni tampoco es la solución a tus problemas, es…
Tu sonrisa a pesar de… (Lo más genial).
Si
a Él tienes nada te falta,
la mayor verdad del Evangelio, porque
con un espíritu fortalecido por Él, no te tambalearás en la roca por muy
rizados que tengas los pies.
Entender el Evangelio es la mayor
protección ante la vida. Te conoce muy
bien y tiene tu nombre escrito en su lista. Pidamos siempre que se haga su voluntad ante cualquier dificultad y,
dejemos de preguntarnos por qué deja que pase esto o lo otro, pues siempre nos
dirá lo mismo:
-Sois
libres, haced lo que os parezca: “El que no está Conmigo está contra Mí”.
(Mateo 12:30); y no contar con Él cuando de la muerte no te libras, es infantil,
absurdo y una aberración sin sentido. ¿Vamos a quitarnos de su lista? ¡Por
favor, qué nos abrió el cielo!
Pongámonos en sus manos, oremos y
dejémosle hacer: Vivir será un don y la muerte un anhelo.
Emma
Díez Lobo
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