Dios siempre espera esta frase, tal vez
no tengamos esa lepra como él señorín que se lo dijo, pero la nuestra es grave también,
porque es del alma. Los milagros físicos
fueron para que creyéramos, hoy son más los del alma.
-“¡SÍ QUIERO, QUEDA LIMPIO!”, radiante como una patena. Esto nos
dice también a nosotros antes de la Comunión, pero nosotros se lo hemos pedido
automáticamente (“Señor no soy digno…).
Analicémonos después de la Eucaristía y
veremos si nos ha limpiado o quiso hacerlo.
Pues quiso, pero con la mísera fe que nos
adorna, hace que pase lo que pasa y en cuanto salimos del templo ¡hala!, a “acordarnos
de todo el mundo”, a las “ñoras” se nos da genial. ¡Esto no puede ser!!!
¡Madre mía! ¡Qué desastre más
desastroso!
¿Es que no podemos hablar en serio, decir:
“Señor,
si quieres puedes, déjame limpia”,
y escuchar?
-
Constantemente quiero y puedo, eres tú, amigo mío, quien pasa de mí y no me
pide aumentar la fe… ¡Así no hacemos nada! que te quede claro ¿he?
- ¡Jopé que enfado! Dice las cosas a la
cara…
-
Además, la próxima vez que salgas de la Iglesia, acuérdate de Mí y llévate la
revista de salud o de viajes, si te digo el periódico, la liamos parda…
-
Pues vale y aumenta mi fe para decirte de corazón un “Si quieres puedes” como
el del señorín.
-
No te preocupes, siempre estaré para curarte, pero háblame de corazón.
Emma
Díez Lobo
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