El sábado se hizo para el hombre y no el
hombre para el sábado (Mc. 2,
27).
Además
de las circunstancias en que pronunciaste estas palabras a causa de la
terquedad de los fariseos, Señor, quiero hacer otra reflexión personal y sacar
las consecuencias.
Está
claro que todo lo que contiene el universo, incluido el hombre, salió de tu
poder, pero igualmente claro es que todo fue creado para el hombre, para su uso
y disfrute, que el hombre es el centro y todo converge en él. Ahora bien,
algunos hombres han malinterpretado ese regalo tuyo y pretenden incorrectamente
que también los demás hombres estén a su
servicio. Pero, claro, Tú nos hiciste a todos iguales y no superiores unos a
otros, por tanto ese actuar va en contra del principio enunciado por ti.
Cuando
el hombre abusa del poder que, con el engaño e incluso con la involuntaria
ayuda de otros hombres, ha conseguido y ese poder lo convierte en dominio sobre
los demás; cuando tiraniza con sus obras, fruto de ese dominio, a sus
semejantes; cuando ese poder y dominio lo aprovecha para multiplicarlo más y
más y lo reinvierte en sí mismo; cuan todo eso sucede es que no ha sabido
interpretar tus palabras.
Pero
igualmente equivoco mi actuación, yo que critico el comportamiento de esos
hombres, cuando obro de tal forma que me esclavizo de las cosas que has puesto
a mi disposición. Cuando vivo para la riqueza o cualquier otra cosa, es decir,
la convierto en un fin en vez de un medio, estoy malinterpretando igualmente
esta sentencia tuya. Cuando vivo para mi prestigio, esto es, solo me preocupa
que los demás vean y alaben mis facultades y no pongo estos dones al servicio
del prójimo, también estoy tergiversando este mensaje tuyo. Cuando vivo solo de
apariencias y en realidad mi vida está hueca y vacía, estoy enredando tu
mensaje.
Cuando
despilfarro y abuso de esa naturaleza creada para mí; cuando no pongo medios
para frenar el desenfrenado deseo de derrochar el agua, la comida o cualquier
otro bien de la naturaleza; cuando no pongo medios a fin de contaminar lo menos
posible creo que es una manera de no utilizar el sábado para lo que lo hiciste.
Perdón,
Señor, por las veces que no he sabido
interpretar tus palabras y les he dado la vuelta a fin de ponerlas lo más
favorable para mí en contra del correcto sentido.
Pedro
José Martínez Caparrós
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