Creer es comprometerse, es
fiarse, ponerse en camino para seguir los pasos de Jesucristo que nos llama.
Estamos viendo en las lecturas de estos domingos que la llamada del Señor es
exigente y que la respuesta que nos pide debe ser radical, porque la voz del
Señor se registra en lo más hondo de nuestro ser y nos pide que nos fiemos. Ha
bastado con un encuentro, con mirar su apacible rostro y descubrir la serenidad
de Dios que te llena de paz. No somos los únicos que vivimos esta experiencia
del encuentro con el Señor, la historia de la Iglesia está repleta de una nube
de testigos que oyeron la misma invitación determinante y, a pesar de tener
conciencia de pecadores, se pusieron en actitud de conversión, cambiaron de
ruta y orientaron sus pasos hacia Cristo. Hoy sucede también lo mismo, Cristo
sigue pasando y llama, nos llama por nuestro nombre de una manera inconfundible
y nos dice: “hijo, ve hoy a trabajar en la viña”. A ver cuál será nuestra
respuesta. Cualquiera de nosotros, por la acción del Espíritu Santo, somos
lugar de vocación, de elección y de misión. Dios mismo alza la voz para que le
escuchemos y nos señala el camino hacia la comunidad, al servicio de
crecimiento en la comunión y a la fraternidad universal.
El Señor sigue mandando a
su viña trabajadores, sale a todas horas a nuestro encuentro y no se cansa de
ofrecernos el panorama de la humanidad para que nos demos cuenta que las
necesidades son reales y que tenemos por delante un importante papel que
desempeñar. En su viña cabe todo el mundo y cada uno tiene que ser responsable
de la tarea para la que fue llamado, tareas sencillas y fáciles, pero que
necesitan presencia, constancia, confianza en Él, permanencia y fidelidad. No
caigáis en la tentación de pensar que lo que pide Dios es irrealizable, porque
te lo pide Él y ya se encargará de darnos las fuerzas necesarias para
agarrarnos a la Cruz. Dios se manifiesta en cosas sencillas, las de cada día,
tareas que puedes hacer perfectamente y que sólo te exigen fiarte. Aunque tú pienses
que eres débil, que se trata de una aventura muy grande, no temas, porque Dios
te fortalece, te apoya, te ayuda y te presenta el camino expedito. Es
importante que escuchemos con atención el Evangelio de esta semana, que nos
advierte de las posibles actitudes que podemos tomar, pero nos avisa seriamente
de la gravedad de no hacer la voluntad de Dios.
Hacer la voluntad de Dios
no es fácil, lo sabemos, también para el mismo Jesús no fue fácil, cuando fue
tentado en el desierto y en el Huerto de los Olivos, pero nos enseñó a aceptar
la voluntad del Padre. Tampoco para nosotros es fácil, pero este es el camino.
El mismo Papa Francisco comentaba que el recurso más válido para tener certezas
sobre la voluntad de Dios en tu vida y en la de los demás es rezar: “Hacer
oración para querer hacer la voluntad de Dios, y volver a hacer oración para
conocer la voluntad de Dios. Y cuando conozcas la voluntad de Dios, también
debes rezar, por tercera vez, para hacer la voluntad de Dios, para cumplir esa
voluntad, que no es la tuya, sino la de Él”. El Santo Padre nos ponía como
ejemplo a la Virgen María, que cuando la visitó el ángel ella respondió:
“Hágase lo que tú dices”, es decir, que se haga la voluntad de Dios.
+ Jose Manuel Lorca Planes
Obispo de Cartagena
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