He llegado a la conclusión de que mi
forma de pedir a Dios es desastrosa. No hay nada que me salga de lo que pido y
cuando no pido ¡Tate!, cae la breva pero de otra higuera…
¡Señor, yo quería de esta higuera! Pues
va a ser que no, que es de la otra. De verdad no se qué pasa con las peticiones
“monotema” que… ¡Qué si quieres arroz Mari Puri!
Esto no, esto tampoco, lo otro ni
flores… Y me pregunto: ¿Pero es que no sabe lo importante que es para mí?, ¿no
dijo “pedid
y se os dará”?
Pues como que no, y ¿entonces?...
…¡Ya caigo! Él se va “por los cerros de
Úbeda” para que aquello que tú querías y que iba a tener graves consecuencias,
te lo quita de en medio y te da otra cosa que no entiendes…
Ya… Ejemplo: Le pides que tu hija coma… Pero manda al novio a Siberia a trabajar y resulta
que la susodicha empieza a comer porque se olvida del novio “congelao”… Algo
así debe ser (en confianza, a que sí os pasa).
Pues nada a seguir esperando y que
aunque las cosas vayan a peor, que es “lo normal”, es que nos está evitando “un descalabro mayor sin vuelta atrás”.
Sus soluciones “raras” resuelven más
cosas de lo que imaginamos.
(Cómo Te defiendo ¿eh?)
Pues ya que lo hago y no suelo pedir para
mí, a nosotros que nos parta un rayo (es broma), dame luces que casi no veo.
¡Confío
en ti!
Emma Díez Lobo
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