lunes, 20 de mayo de 2019

Con María, seguid diciendo “sí” al sueño de Dios






Indecisión, poca generosidad, miedo al riesgo, desconfianza, no al compromiso definitivo… Sería larga la lista que marca el clima dominante poco favorable, en medio del cual se han de tomar decisiones. Por otra parte, existe la cultura vocacional que oxigena el ambiente y favorece en cualquier lugar y circunstancia que la llamada —ese sueño de Dios para cada uno— impregne el corazón y toda la vida del que ha descubierto la palabra que Dios le ha dirigido y le pide respuesta. Ya lo hemos dicho mucho y desde hace años, que la crisis vocacional no está en la llamada sino en la falta de respuesta.
Qué hacer, pues, si tenemos detectado el problema y más que conocidos los diagnósticos? El papa Francisco, dirigiéndose a los jóvenes en el encuentro mundial en Panamá, dijo: «Con María, seguid diciendo sí al sueño que Dios ha sembrado en vosotros». Son muchas las veces que he hablado con los jóvenes del tema vocacional y puedo decir que siempre he constatado la valoración positiva que hacen de los que dan una respuesta afirmativa a la llamada de Dios, pero difícilmente lo aplican a sus aspiraciones y estilos de vida. Es entonces cuando veo claro que el problema es de fondo y toca la raíz de la experiencia cristiana.
Planteémonos esto: ¿Cómo se escucha la llamada? ¿Cómo conocer el sueño de Dios para cada uno? ¿Qué fortaleza personal, y qué virtudes humanas y cristianas son necesarias? ¿Qué adultos están dispuestos a acompañar y discernir? ¿Qué familias y comunidades parroquiales y educativas lo promocionan? ¿Qué estructuras humanas, sociales, familiares y eclesiales deben facilitar a los jóvenes el despertar vocacional y fortalecer su voluntad para decidir con total libertad? ¿Qué clima favorable de comunidad cristiana se le ofrece al joven en medio de un abanico tan amplio de opciones pastorales? ¿Ayudamos a hacer verdaderos procesos de crecimiento cristiano hasta ayudar a tomar decisiones?
«La vocación —dice el papa Francisco— es una invitación a no quedarnos en la orilla con las redes en la mano, sino seguir a Jesús por el camino que ha pensado para nosotros, para nuestra felicidad y para el bien de quienes nos rodean». Me quedó muy grabado lo que dijo un joven en un taller de un “Aplec de l’Esperit”: «Veo que no debo preguntarme tanto lo que yo quiero ser en la vida, sino lo que Dios quiere que yo sea». Quizás esta es la pregunta clave de un planteamiento vocacional cristiano. Al mismo tiempo, llevémoslo a la oración, que es el espacio más idóneo para escuchar y responder.
+ Sebastià Taltavull
Obispo de Mallorca

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