Señor, pero Tú ¿Te has mirado?, ¿Te has
visto clavado? Es una imagen brutal, indescriptible que no acabo de comprender…
¡Madre de Dios, cuánto dolor en mi alma!
Te has dejado matar sujeto a un madero
en cruz por voluntad del hombre… En verdad que eres Dios porque nadie se deja
la vida por un malhechor y, Tú lo has hecho por miles…
Y así y hasta hoy, la Cruz nos muestra nuestra
bárbara crueldad. Muchos compran crucifijos, otros, estampas, Te pintan en
cuadros y hacen esculturas de tu tremenda imagen. Me pregunto si saben lo qué
hacen o qué adquieren; me pregunto si en verdad lloran con lágrimas de
arrepentimiento cuando Te tienen delante o en sus manos.
Te veo en el Púlpito crucificado tras
el Altar y me tiembla el corazón. ¡Cuánta pena! Sé que es una imagen y eso me
reconforta pero la realidad fue mucho más macabra y, no descanso en imaginar
tus gritos de dolor.
¿Qué clase de humanidad hemos creado? Por
eso tu Evangelio y tu Muerte, lo sé. Aquellas autoridades, romana y sumos
sacerdotes, fueron la causa de tu Crucifixión. El miedo a perder la supremacía fue
más fuerte que la inocencia.
Pero no solo Tú, sino miles serían asesinados
en tu Nombre después de Ti. Imposible de entender pero no de extrañar (Mt 10:22; 24:9; 5:11).
Si no fuera por tu Resurrección nada
habría valido la pena, si no fuera por tus Bienaventurados, el cielo aún seguiría
vacío.
Emma
Díez Lobo
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