Ave María, Mujer pobre y humilde,
bendecida por el Altísimo.
Virgen de la esperanza, profecía de los tiempos
nuevos,
nosotros nos unimos a tu canto de alabanza
para celebrar las misericordias del Señor,
para anunciar la venida del Reino de Dios
y la plena liberación del hombre.
Ave María, humilde sierva del Señor,
gloriosa Madre de Cristo.
Virgen fiel, morada santa del Verbo,
enséñanos a perseverar en la escucha de la
Palabra,
a ser dóciles a la voz del Espíritu,
atentos a su llamada en la intimidad de la
conciencia
y a sus manifestaciones en los eventos de la Historia.
Ave María, Mujer del dolor,
Madre de los que viven
Virgen esposa ante la Cruz, Eva nueva,
sé nuestra guía en los caminos del mundo,
enséñanos a vivir y a defender el amor de
Cristo,
a llevar con humildad nuestra cruz
y estar contigo ante la Cruz de Cristo
-ante los débiles, los que sufren, los marginados, los
pobres-
y a conocer en sus rostros el rostro de Cristo.
Ave María, Mujer de la fe antes que los discípulos
Virgen Madre de la Iglesia, ayúdanos siempre
a dar razón de la esperanza que hay en nosotros,
confiando en la bondad del hombre creado por
Dios
a su imagen y en el amor del Padre.
Enséñanos a renovar el mundo desde adentro:
en la profundidad del silencio y de la oración,
en la alegría del amor fraterno,
en la fecundidad insustituible de la Cruz.
Santa María, Madre de los creyentes,
ruega por nosotros. Amén.
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