jueves, 9 de mayo de 2019

Dolor




La sinrazón de aquella angustia fría
como la escarcha de las rastrojeras,
ya ha entrado en armonía
con el orden total de las esferas.

Ya sé lo que esperaba
con este fuego lento y gozo vivo:
ya sé lo que lloraba
cuando lloraba sin motivo.

Ya sé el perfil y las razones de esta
silenciosa esperanza indefinida.
Yo no soy una mancha en la alta fiesta
del sol, ni una pregunta florecida
en una honda llanura sin respuesta.

Esta angustia que moja de rocío
mi esperanza serena
ya no es grito vacío.
El pensamiento llena
de luz mi soledad: y el dolor mío
tiene nombre de Dios y alma de pena.

¡Qué dulce y blanda ilusión
me estaba, amor, trabajando
las minas del corazón!.

Cuando le llegaba al centro,
se fue acabando, acabando.
Me dejó un dolor por dentro...
¡Éste sí que es dulce y blando!.

Al recobrar mi unidad
- amor y ciencia en concierto -
todo lo que estaba muerto
se me ha vuelto actividad.

¡Qué infinita inmensidad,
qué inesperada extensión,
corren tras la posesión
plena y feliz de lo Uno,
galopando de consuno
mi mente y mi corazón!.


No es tu rigor, tu bondad
es la que me hace temer:
pues me obliga a responder
caridad con caridad.

Fueras duro y la piedad
venciera mi corazón.
Me das menor ocasión
abierto que riguroso:
porque eres tan generoso
que no merezco perdón.

José María Pemán


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