martes, 13 de agosto de 2019

Amemos la Liturgia: 15.-pequeños grandes detalles




En la Eucaristía que celebramos los cristianos católicos, hay multitud de detalles que nos pueden pasar desapercibidos, y que, con la ayuda de Dios, paso a enumerar:

-Al entrar en la Iglesia y enfrentarnos a la imagen de Cristo crucificado, NO hay que hacer la genuflexión, sino una leve inclinación de cabeza en señal de respeto. La genuflexión al Cristo SOLO se realiza una vez  al año en la tarde del Viernes Santo.

-Cuando el celebrante comienza a leer el Evangelio, dice: “Lectura del santo Evangelio según…” 
No seré yo quien ponga “pegas” a los dictados de la santa Madre Iglesia, ni es mi intención. Pero hay sacerdotes dotados de una especial sensibilidad, que lo dicen así: “Proclamación del santo Evangelio según…”  Y es que el santo Evangelio es la única oración de la Iglesia que “se proclama”. Es la oración por excelencia, pues el Evangelio es la Palabra revelada por el Padre al mismo Jesucristo.
En  esos momentos el sacerdote hace el signo de la Cruz sobre el mismo libro del Evangelio. Es en estos momentos en que los fieles también la hacen sobre su cabeza, hombros y pecho.
No debe ser así. Hay que esperar a que se haya hecho sobre el libro del Evangelio, y, al mismo tiempo que el sacerdote lo hace sobre su cuerpo, nosotros también.

-En el acto de “la paz” que se anuncia a los fieles: “… la paz esté con vosotros. Daos como hermanos la paz o un símbolo de paz”; la paz se da a los hermanos más próximos, a un lado y a otro, o delante y detrás; pero NO recorrer la iglesia buscando a los amigos. Es un símbolo de paz, no como la da el mundo, sino como la da Cristo Jesús.

-Al finalizar la Eucaristía, el sacerdote dice:”…podéis ir en paz…”. Antiguamente se decía: “…Ite, Misa est” que el pueblo llano, no conocedor del latín, entendía: Id, la misa ha terminado. 
NO es así. La palabra “misa” viene del verbo latino “mittere” que significa “envío”. Por lo que realmente significa es: ID, SOIS ENVIADOS. Enviados a anunciar el Evangelio. 

-Y se termina con un canto a la Virgen María, momento en el cual los fieles comienzan a marchar, casi siempre SIN TERMINAR el canto.
¿Es que no podemos esperar a terminar el canto a nuestra Madre? ¿No parece una descortesía hacia ella? ¿No podemos “perder” quince segundos a que acabe?
Probablemente no lo hayamos pensado nunca, pero es el momento de tener “esa sensibilidad” hacia Ella.

Pues poco a poco vayamos entrando en la belleza de nuestra fe, meditando la Palabra de Dios que es su Evangelio, y meditando en sus signos que nos acercan a ella.

(Tomás Cremades) 
comunidadmariamadreapostoles.com


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