En la Eucaristía que
celebramos los cristianos católicos, hay multitud de detalles que nos pueden
pasar desapercibidos, y que, con la ayuda de Dios, paso a enumerar:
-Al entrar en la
Iglesia y enfrentarnos a la imagen de Cristo crucificado, NO hay que hacer la
genuflexión, sino una leve inclinación de cabeza en señal de respeto. La
genuflexión al Cristo SOLO se realiza una vez al año en la tarde del
Viernes Santo.
-Cuando el celebrante
comienza a leer el Evangelio, dice: “Lectura del santo Evangelio según…”
No seré yo quien ponga
“pegas” a los dictados de la santa Madre Iglesia, ni es mi intención. Pero hay
sacerdotes dotados de una especial sensibilidad, que lo dicen así:
“Proclamación del santo Evangelio según…” Y es que el santo Evangelio es
la única oración de la Iglesia que “se proclama”. Es la oración por excelencia,
pues el Evangelio es la Palabra revelada por el Padre al mismo Jesucristo.
En esos momentos
el sacerdote hace el signo de la Cruz sobre el mismo libro del Evangelio. Es en
estos momentos en que los fieles también la hacen sobre su cabeza, hombros y
pecho.
No debe ser así. Hay
que esperar a que se haya hecho sobre el libro del Evangelio, y, al mismo
tiempo que el sacerdote lo hace sobre su cuerpo, nosotros también.
-En el acto de “la paz”
que se anuncia a los fieles: “… la paz esté con vosotros. Daos como hermanos la
paz o un símbolo de paz”; la paz se da a los hermanos más próximos, a un lado y
a otro, o delante y detrás; pero NO recorrer la iglesia buscando a los amigos.
Es un símbolo de paz, no como la da el mundo, sino como la da Cristo Jesús.
-Al finalizar la
Eucaristía, el sacerdote dice:”…podéis ir en paz…”. Antiguamente se decía:
“…Ite, Misa est” que el pueblo llano, no conocedor del latín, entendía: Id, la
misa ha terminado.
NO es así. La palabra
“misa” viene del verbo latino “mittere” que significa “envío”. Por lo que
realmente significa es: ID, SOIS ENVIADOS. Enviados a anunciar el Evangelio.
-Y se termina con un
canto a la Virgen María, momento en el cual los fieles comienzan a marchar,
casi siempre SIN TERMINAR el canto.
¿Es que no podemos
esperar a terminar el canto a nuestra Madre? ¿No parece una descortesía hacia
ella? ¿No podemos “perder” quince segundos a que acabe?
Probablemente no lo
hayamos pensado nunca, pero es el momento de tener “esa sensibilidad” hacia
Ella.
Pues poco a poco
vayamos entrando en la belleza de nuestra fe, meditando la Palabra de Dios que
es su Evangelio, y meditando en sus signos que nos acercan a ella.
(Tomás Cremades)
comunidadmariamadreapostoles.com
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