Comienza la mañana, te
hablo y tu compañía silenciosa, da paso a tu presencia.
Frente a mí, soplas y
tu aire llena mis velas de amor para navegar por el mar de la Vida
Sé que, si te busco, si
no pierdo tu mirada, todo mi día respirará ese amor porque Tú no puedes
renunciar a quien eres.
Pero nos hiciste aves
con las alas extendidas para que voláramos por el cielo de nuestra libertad.
Y el día pasa,
volamos en el aire de nuestros pensamientos que, a veces, tantas veces no son
los tuyos.
Tú nos miras,
recordando nuestro encuentro esta mañana y nos dejas que volemos, que acertemos
y que nos equivoquemos, que regresemos y te busquemos de nuevo, pero siempre
desde nuestra voluntad, desde nuestra libertad.
Volar cada día con la
huella de tu presencia en nuestro corazón, con el sonido de tu Palabra en
nuestro interior.
Explorar el mundo,
descubrir la vida, actuar y ser para saber que, a nuestro regreso, estarás Tú
aguardando nuestra vuelta.
Tú, esperando a
escuchar nuestro paso por el mundo, nuestras idas y venidas, con las dos manos
abiertas para poder recostarnos y después de descansar, preparar juntos
el vuelo que nos espera mañana.
(Olga)
comunidadmariamadreapostoles.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario