Genial, si fuera Presidente de mi País...
Se quedaría el Congreso extasiado -sin mirar el móvil en Sus Sesiones Parlamentarias-.
¡Madre mía, cuánta elocuencia!
Razón y Bien Decir en medio de tanta falacia de
opositores sin Dios.
Magistral, la oposición no sabría como
revocar sus argumentos; porque otra cosa no sé, pero Hablar, Habla ex cátedra y
hacer, hace lo que nadie es capaz.
Rectitud, lógica y juicio. Nada de
“buenismos”.
Tendría millones de votos coherentes y
no Le haría falta hacer coaliciones con nadie… Pero ¡Terribles adversarios!, hasta
los escoltas huirían de pavor… Pero volverían.
Sus Leyes atraparían insurrectos,
violentos y “progres” -enemigos de la concordia y la Paz-, construyendo por sí
mismos con odio las pocilgas de sus estancias. Esto sucede cuando un Presidente
de bien imparte implacable justicia.
La maldad del adversario intentaría apartarLe
con violencia en pos de la esclavitud, pobreza e ignorancia, para seguir
existiendo. Pero ¡Ay! de aquellos, el lugar más frío y oscuro del “universo”
les estaría esperando por culpables.
No, no eliminarían a un Personaje de
tal talante -ya somos muchos para evitarlo-, pero pintadas en su Sede ¡Ni os cuento!,
y Él les miraría con una cara… Que muchos abandonarían sus Escaños porque la
mirada de un Presidente así, traspasa almas.
¡Yo soy de su Partido! Cuida la vida, imparte
justicia, compensa el esfuerzo, te hace Libre, te entrega esperanza, defiende
sus fronteras, enarbola su Bandera y sobre todo, ensalza el alma y la protege del
enemigo.
¿Te apuntas?
Emma Diez Lobo
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