Esta afirmación, en los
tiempos que corren, puede carecer de sentido: la venganza está presente en
todos los estamentos de la sociedad. Es el “ojo por ojo y el diente por diente”
de la Ley. Incluso está reflejado en la Escritura., hasta que vino el Hijo del
Hombre, Jesucristo, a poner luz y taquígrafos en la ley.
Las leyes humanas, en
un ordenamiento jurídico actual, en la mayoría de los países civilizados de
nuestro entorno, aplican con mayor o menor rigor las leyes humanas que permiten
sobrevivir, con mayor o menor satisfacción por parte del individuo
administrado.
Pero salvando este
inicio, el texto quería referirlo a un tema más cercano, más, incluso,
familiar, que se propicia por las pequeñas rencillas, que provocan grandes
enfrentamientos. Va en aumento la llamada “violencia de género”, sobre todo
contra las mujeres, como ser más débil en cuanto fuerza física, aunque también
hay casos contra el varón.
No es este texto para
buscar las causas que inducen a tan horrible situación, lacra de esta sociedad,
que no sabe a dónde va. Nunca tales actuaciones podrán ser admitidas ni
consentidas. Me refiero, más bien, a pequeños enfrentamientos “inter pares”,
ente “iguales”, o más o menos “iguales”. Las desavenencias conyugales son un
ejemplo de ello. Cítese como ejemplo la aspereza de la relación, el desinterés
por el otro, el descrédito de actos bien realizados, quitando méritos a
cualquier cosa incluso pequeña; el descrédito en público de la mujer al marido,
o viceversa, considerando a ésta o a ésta incapaz de determinada situación…Los
silencios entre personas que conviven en una casa, padres, hijos…que muchas
veces son más elocuentes que las propias palabras…
Pero hay desavenencias
entre trabajador y jefe, hay desavenencias incluso en la calle, en el tráfico…Y
me pregunto: ¿A dónde va la humanidad? ¿Estamos condenados a esta infelicidad?
¿Es que no se encarga ya la vida misma, con sus propios quehaceres, de hacernos
difícil la convivencia, para añadir más leña al fuego?
Existe solución. Y la
solución pasa por levantar los ojos a Dios. El mal se vence a base de bien. No
responder al mal con el mal; no responder con el: “tú más”, vergonzante de los
políticos, de algunos, no de todos.
Esto requiere mucha
paciencia, y sobre todo, en primer lugar, “tomar conciencia” primero de la
existencia del problema, y poner en práctica el precepto evangélico: No
hacer a otro lo que no quieres que te hagan a ti.
El Evangelio, única
forma de conducta fiable, fiable para la Vida que anhelamos, nos pone Luz en
nuestras tinieblas, la Luz de Cristo. Nos dice Jesús, en el discurso Evangélico
de las Bienaventuranzas: “…Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por
diente. Pues yo os digo: no os resistáis al mal; al que te abofetee la mejilla
derecha, ofrécele también la otra; al que quiera pleitear contigo para quitarte
la túnica, ofrécele también el manto; y al que te obligue a andar una milla,
vete con él dos…” (Mt 5, 38 y ss)
¿Queremos seguir a
Jesús? La respuesta está dada.
Si todas las religiones
tienen una “semilla de Dios”, la única que mantiene estos preceptos es la de
Jesucristo, la religión Católica.
(Tomás Cremades)
comunidadmariamadreapostoles.com
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