Primera lectura:
Mal 3,19-20a: Os iluminará un sol de justicia
Salmo Responsorial:
Sal 97,5-6.7-8.9: El Señor llega para regir los
pueblos con rectitud
Segunda lectura:
2 Tes 3,7-12: El que no trabaje, que no coma
Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 21,5-19:
Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.
el futuro del cristiano
El ministerio público de Jesús termina ofreciendo a
sus discípulos una visión del futuro que les espera, que resume en tres datos:
peligro de engaños, persecuciones, juicio de Dios sobre la historia.
El discípulo debe andar con los ojos bien abiertos
ante el peligro de falsos salvadores que ofrecen salvaciones diferentes y
contrarias a la de Jesús. Es una realidad que ha tenido amplio cumplimiento en
la historia pasada y sigue presente en la actualidad bajo forma de comunismo
materialista, materialismo hedonista, capitalismo, rebeliones armadas, sectas,
secularismo... andar vigilante implica, por una parte, conocer bien la
originalidad del mensaje de Jesús para mantenerse firmes en él, y por otra,
espíritu crítico que sepa discernir el trigo de la paja, pues todas las
salvaciones alternativas suelen venir envueltas en ropajes positivos y
atractivos como lobos con piel de oveja. Muchos movimientos y corrientes
actuales tienen elementos positivos, pero también otros incompatibles con el
cristianismo. El discernimiento evitará rechazo o aceptación total acrítica y
ayudará a asimilar lo positivo. Para ayudar en esta tarea están el magisterio
autorizado de la Iglesia y los verdaderos profetas que suscita el Espíritu.
La segunda característica de la vida cristiana es la
persecución, que reviste muchas formas: cruenta o simplemente ambiental por
medio de prensa, radio y TV, parcial o general... Ante este hecho Jesús enseña,
primero, que es una realidad normal de la vida cristiana, por lo que no hay que
maravillarse. Si persiguieron y mataron a Jesús, también lo harán con sus
discípulos. Lo que tiene que extrañar al cristiano es el no ser perseguido: Bienaventurados cuando, aborreciéndoos los
hombres, os excomulguen y maldigan... alegraos... pues vuestra recompensa será
grande en el cielo... ¡Ay cuando todos los hombres hablaren bien de vosotros,
porque así hicieron sus padres con los falsos profetas (Lc 6,22-23.26). En
segundo lugar enseña que hay que afrontar
esta situación como testigos con la ayuda del Espíritu, siempre prontos para dar razón de vuestra
esperanza, con mansedumbre y respeto y en buena conciencia (1 Pe 3,16). Finalmente
nos dice Jesús que esto exige una buena dosis de aguante y paciencia para
mantenerse fiel y compartir el triunfo de Cristo.
Ambas dificultades las presenta Jesús en el contexto
del juicio final de Dios sobre la historia (primera lectura) que se concretará
en su parusía, en la que compartirá su gloria con los que han compartido sus
dificultades.
En la Eucaristía nos reunimos con Jesús resucitado,
el que vendrá en la parusía, que nos alimenta para compartir su muerte y poder
compartir su resurrección: Vosotros sois
los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas, y yo dispongo del reino a
favor vuestro, como el Padre ha dispuesto de él en favor mío, para que comáis u
bebáis a mi mesa y os sentéis sobre doce tronos como jueces de las doce tribus
de Israel (Lc 22, 25-26).
Dr. don Antonio Rodríguez Carmona
No hay comentarios:
Publicar un comentario