Yo imagino a Jesús montado
en aquel pollino conociendo su espantoso final. No dudo de que la entrada en
Jerusalén fuera fantástica con canticos de Hosannas, pero el miedo que Le inundaba...
Cada minuto que pasaba, su Crucifixión
se acercaba, la humillación, el abandono, la impotencia de su Madre ¡Qué angustia y sudor de sangre!!!
La barbarie del hombre
comenzaba con alfombras de olivo... pero ¿A qué precio pagó Dios su alianza con
el mundo? Con la Muerte de su inocente Hijo.
Solo quería abrirnos el
Paraíso, salvarnos del infierno y se Le ocurrió la manera más doliente, se
llama Amor sin medida. Es, fue y será el
Sacrificio de su Hijo predilecto. Nos quería igual o más que a sí mismo.
Palmas y Ramos, tortura y
clavos... Final de Gloria y Resurrección ¡Pero qué angustia debió vivir hasta
entregar su Espíritu!
Todo pasó, Jesús, Venciste
al mal y la muerte, tu Madre ya es feliz, tus amigos están Contigo y nosotros
venceremos también; Dale a tu Padre, que habita en Ti, las gracias por estar
loco por la humanidad.
Gracias de corazón.
Emma
Díez Lobo
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