¿Cómo es posible que los que
tienen a Cristo en su religión, no católica, no tengan interés por conocer la Biblia de origen y sean fieles a lo escrito
por “gente enfadada” con Roma en los siglos XI, XVI y XIX, después de Cristo?
Si leyeran lo que el Apocalipsis dice de ellos, conocerían la
condena a la que están abocados.
Lo más grave es que estas religiones
tienen millones de seguidores: ortodoxos,
anglicanos, calvinistas, protestantes, evangélicos, pentecostales... ¿Se
olvidan, por ejemplo, de que Enrique VIII
reformó la Iglesia Católica a medida de sus propósitos haciéndose papa?, ¿de Bartolomé I, Lutero o Calvino etc, que también “confeccionaron” biblias cristianas a su
gusto?
Si
realmente creyeran en la Palabra de Cristo, bastaría para no
seguir ninguna otra palabra alterada, cercenada
o aumentada. Han de saber que, negando
Verdades como la Eucaristía, la Confesión o a Pedro y sus Sucesores (salvos
o en pena es cosa de Dios), la condena les acecha, pues ninguno de estos autores
“enfadados” fue elegido por Dios para Escribir su Testamento.
La Misericordia, sin conversión,
no creo que les alcance; y pienso que los
Sacerdotes que guardan LA PALABRA inspirada a los Evangelistas de Dios, no pueden
crear lazos con OTRAS religiones
cristianas por el peligro que conlleva haber eliminado el Perdón Instituido
por Jesús. A sus fundadores, Dios ya les
juzgó.
El “Fratelli Tutti” siempre entre hermanos, no entre religiones.
Y no por ser ejercidas
durante mil ó quinientos años (“notorio arraigo”), tienen peso de salvación
como Jesús proclamó.
Emma
Diez Lobo
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