"En la
Palabra está la Vida" (Jn 1,4).
Una señal
inequívoca que caracteriza a los discípulos de Jesús es su amor a la vida y que
saben que la encuentran en el Evangelio. En este se cumple, por ejemplo, la
fortísima experiencia de Dios que vive este salmista: "El Señor es el lote
de mi heredad y mi copa, mi suerte está en su mano, me encanta mi heredad"
(Sl 16 5-,6). Imposible describir con palabras los estremecimientos del alma y
el corazón de quienes se adentran a una experiencia así con Dios.
Intentémoslo; el
término suerte utilizado por este salmista no tiene nada que ver con el azar.
Apunta a una filial confianza con Dios que le impulsa a poner su vida en sus
manos. No importa lo que haya sido hasta entonces; bien sabe este israelita que
poderoso es Dios para rehacer de nuevo su historia.
Esto nos lleva a
otro salmista que traspasado de júbilo grita: ¿Cómo pagaré al Señor todo el
bien que me ha hecho? (Sl 116, 12). Cuando damos a Jesús apenas las migajas de
nuestra vida él actualiza la multiplicación de los panes horneando el Pan de la
Palabra de Vida en las brasas de tu alma.
P. Antonio Pavia
https://comunidadmariama.blogspot.com/
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