Profecía de un
salmista sobre Jesús y sus discípulos:
"Rechazaste
sacrificio y oblación, pero me has abierto el oído...entonces
dije, “aquí estoy Señor para hacer tú
voluntad" (Sl 40,7-9).
Profecía bellísima
que anuncia que nuestra fidelidad con Dios, nace y crece conforme Él nos abre
el oído a su Palabra. Nos preguntamos: ¿Que
hemos de hacer para que el Señor nos abra el oído? Fijémonos
en la Última Cena; en ella vemos a Juan- el discípulo
amado- recostado sobre el pecho de Jesús. Cuidado con el
sentimentalismo. Juan está acoplando su oído
sobre el corazón de Jesús donde Él guardó
las palabras del Padre (Jn 8,55) Estas palabras- el Evangelio- son el sublime y
eterno Tesoro de los discípulos de Jesús y nuestro
crecimiento como tales está en consonancia con acoplar
nuestro oído a sus divinas palabras.
Esto es lo que
estaba haciendo Juan en la Última Cena como signo, promesa y garantía de
todo aquel que desea llegar a ser Discípulo Amado de Jesús. Los
que verdaderamente crean esto, un día saltarán de
gozo al poder decir como el salmista: ¡El Señor me ha abierto el oído!
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadrepostoles.com
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