El Fuego de Dios
Jesús nos dice
hoy que ha venido al mundo para dejar en el, su Fuego. Es el Fuego de su
Espíritu que acrisola el corazón de todo aquel que lo acoge. Fuego que le hace
ser digno de Dios (Sb 3, 5). Es el Fuego que habita en la Palabra y del que
emana la Fuerza y la Gracia de Dios por medio de las cuales hombres y mujeres
que no son mejores que los demás emprenden gozosos el camino del Discipulado.
Sin embargo, este Fuego es dado por Jesús al mundo a cambio de su muerte
ignominiosa, de ahí su espasmo doloroso:
"...y que
angustia hasta que se cumpla...", angustia que revistió tintes dramáticos
en el Huerto de los Olivos. (Lc 22,
39-44)
Este Fuego de
Dios que nos ofrece Jesús no es una varita mágica que nos abre todas las
puertas y nos libra de incomprensiones, sufrimientos, etc. es, como dije antes,
la Fuerza y la Gracia de Dios que nos hace más fuertes en toda tribulación.
Hablamos de la Fuerza y la Gracia que tejieron en Jesús, en cuanto hombre, su
fidelidad al Padre y que la teje también en nosotros.
P. Antonio Pavía
Comunidad María Madre de los Apóstoles
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