Para mí el Madero de la Crucifixión de Jesús es el mundo; el letreo con su Nombre, el cielo; la Corona de espinas, el mal de la humanidad; los clavos, los indignos de Dios; la lanza, la incredulidad; la Sangre y el Agua que fluyen del corazón, su Misericordia que limpia y perdona; la ropa de lino, el amor de su Madre, y Él en el madero, el terrible dolor humano.
Y por ser también Dios, resucita
y nos hace resucitar a los muertos.
La Cruz, símbolo del
cristiano no es un símbolo de Dios porque Dios no muere, es la angustia del
Hijo y María, es la incomprensión y es la madera Santa que te abre el paraíso
si lo quieres ganar.
Cruces, clavos, espinas, dolor
de sangre... Es la vida del hombre, por eso cada uno de nosotros nos parecemos
por algún lado a Jesús. Hay quien no se parece, es verdad, pero suele acabar
fatal.
Me encanta ver una Cruz
colgada al cuello, es como una llamada silenciosa, aunque no por llevarla
dejaran de suceder tristezas, todas recogidas en las Bienaventuranzas. Él fue
la Persona sin pecado más dañada de la tierra...
Las “cruces” son parte de la
vida y necesitamos apoyo de Dios, si no, jamás seremos capaces de seguir
adelante. ¡Qué importante es la Fe!, y Dios nos pide rezar para aumentarla. Sin
Fe, la existencia no tiene sentido ni respuesta.
Madero para sostenerte y Cruz
para salvarte...
Emma Díez Lobo
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