lunes, 8 de agosto de 2022

En Presencia de Dios II

 


Como ya lo anuncié, hoy veremos el significado de la pureza de las manos y el corazón en la Escritura; pureza que nos sitúa en la Presencia de Dios. Los judíos suelen rezar con las palmas de sus manos elevadas a lo alto, hacia Dios. El problema aparece cuando sus manos, igual que las nuestras, están ensangrentadas por daños que hemos hecho a personas concretas de obra o de palabra con nuestra lengua: murmuración, difamación, calumnia. etc. como dice Isaías

(Is 1,15).

 De ahí la necesidad de limpiarnos de tanta sangre por medio del perdón de los pecados como dijo textualmente Jesús (Jn 20,23). Es un perdón que nos reconcilia con Dios y con los demás. Entonces Dios acoge nuestras manos y nuestro corazón en su presencia como dice el salmista: "... Sube hacia Dios el de manos limpias y puro corazón " (Sl 24,3-4)

 Otro Salmo, el 18 nos ofrece una catequesis sublime sobre esta pureza. El salmista habla de un fiel que brutalmente injuriado por personas concretas, no devuelve mal por mal y esto le lleva a una cercanía con Dios tan bella como estremecedora, y es que Dios vio sus manos limpias de sangre y le hizo justicia: "...Dios me devuelve según mi justicia, según la pureza de mis manos que tiene ante sus ojos " (Sl 18,25...)

 He ahí la respuesta de Dios al salmista:

¿Quién puede subir a la Presencia de Dios? (Sl 24)

 

P. Antonio Pavía

Comunidad María Madre de los Apóstoles

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