Como ya lo
anuncié, hoy veremos el significado de la pureza de las manos y el corazón en
la Escritura; pureza que nos sitúa en la Presencia de Dios. Los judíos suelen
rezar con las palmas de sus manos elevadas a lo alto, hacia Dios. El problema aparece
cuando sus manos, igual que las nuestras, están ensangrentadas por daños que
hemos hecho a personas concretas de obra o de palabra con nuestra lengua: murmuración,
difamación, calumnia. etc. como dice Isaías
(Is 1,15).
De ahí la
necesidad de limpiarnos de tanta sangre por medio del perdón de los pecados
como dijo textualmente Jesús (Jn 20,23). Es un perdón que nos reconcilia con
Dios y con los demás. Entonces Dios acoge nuestras manos y nuestro corazón en
su presencia como dice el salmista: "... Sube hacia Dios el de manos
limpias y puro corazón " (Sl 24,3-4)
Otro Salmo, el 18
nos ofrece una catequesis sublime sobre esta pureza. El salmista habla de un
fiel que brutalmente injuriado por personas concretas, no devuelve mal por mal
y esto le lleva a una cercanía con Dios tan bella como estremecedora, y es que
Dios vio sus manos limpias de sangre y le hizo justicia: "...Dios me
devuelve según mi justicia, según la pureza de mis manos que tiene ante sus
ojos " (Sl 18,25...)
He ahí la
respuesta de Dios al salmista:
¿Quién puede
subir a la Presencia de Dios? (Sl 24)
P. Antonio Pavía
Comunidad María Madre
de los Apóstoles
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