Dice Jesús a los
que quieren seguirle: "... El que pierda su vida por mí y por el Evangelio
la salvará ..." (Jn 8,35b).
Pretender dar la
vida por Jesús movidos por sentimentalismos o heroísmos ascéticos tiene poco
recorrido. Solo desde la progresiva experiencia de que perdiendo la vida por
Jesús y su Evangelio, no los separemos, está abriéndose a una Plenitud insospechada
nos lleva a buen puerto, sin naufragios.
El autor del
salmo 16 nos hace partícipes de la Plenitud recibida de Dios: " El Señor es
el lote de mi heredad y mi copa. Mi suerte está en sus manos. Este fiel
israelita ha puesto su vida- esto es lo que significa " mi suerte" en
la Escritura- en las manos de Dios, y no le ha defraudado. De ahí su grito de júbilo:
El, Dios es mi herencia, mi copa, es decir mi Fiesta permanente. Aunque sea visitado por el sufrimiento e
incluso por crisis de fe, a su momento vuelve a asomar la Fiesta; si, la Fiesta
de junto a Dios.
Bienaventurado
todo aquel que considera el Evangelio de Jesús como la carta ganadora por la
que apuesta su vida y sus proyectos a cambio de la Vida y los proyectos de Dios
sobre El. Sin duda que ganará...como el salmista que es figura profética de los
futuros discípulos de Jesús.
P. Antonio Pavía
Comunidad María Madre de los Apóstoles
No hay comentarios:
Publicar un comentario