¿Podemos, desde
la dimensión del alma, vivir ya una cercanía con Dios? ¿Estar en su Presencia?
El Salmo 24 nos habla de esta posibilidad. Su autor, inspirado por Dios, aun
señalando la infinita distancia entre Dios Creador y nosotros criaturas suyas
lanza esta pregunta: ¿Quién puede llegar hasta el recinto Santo de Dios?
Responde él mismo afirmando que aquel que tiene su corazón puro y sus manos
limpias y que preserva su alma de la vanidad alcanza a estar con Dios.
Hoy hablaremos de
la vanidad del alma; en el próximo texto, de la pureza de las manos y del
corazón. El problema de los fariseos de todos los tiempos es que hacen buenas
cosas: oración, ayuno, limosnas... etc. pero les mueve la vanidad del alma como
les dice Jesús: " Todo lo que hacen es para que les vean los demás" (Mt
23,5) La necedad de estas personas es repugnante y ridícula.
Toda una vida de
sacrificios para ser esclavos de las alabanzas de los hombres. Bien que sueltan
su lengua para que los de su entorno se enteren de sus buenas obras. Son unos
pobres hombres hambrientos de aplausos (Mt 6,1-4...)
Podemos llamar a
esta soberbia, el cáncer del alma. Los que detestan estas vanidades, si saben
lo que es estar junto a Dios.
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario